Reseña bibliográfica / Book  review

Maribel Osorio y Nora L. Bringas Rábago (Coords.)

Turismo residencial en México. Comportamientos socio-espaciales.

México: El Colegio de la Frontera Norte, 2017

 

Turismo residencial en México. Comportamientos socio-espaciales, coordinado por Maribel Osorio García y Nora L. Bringas Rábago, viene a llenar un vacío en la comprensión crítica de la realidad del turismo residencial en México que, pese la fuerte compenetración que tiene con el sector financiero-inmobiliario, los transportes y las comunicaciones locales, nacionales y globales, se ha analizado poco en el ámbito académico mexicano.

 

En esta obra de 245 páginas, publicada por El Colegio de la Frontera Norte en octubre de 2017, participan tres científicas y un científico del más alto nivel académico: especialistas en abordajes del turismo. El volumen tiene cuatro extensos capítulos (cuyos títulos completos se indican párrafos abajo): el primero, de Raquel Huete Nieves y Alejandro Mantecón Terán, es un análisis de orden teórico-conceptual, y los otros son estudios de caso: sobre el Corredor Costero Tijuana-Rosarito-Ensenada (Cocotren) se desarrolla la investigación de Nora Bringas; la de Maribel Osorio García es acerca de Malinalco, y la de Ana Pricila Sosa Ferreira, sobre Puerto Morelos.

 

El libro es una muestra representativa del fenómeno del turismo residencial en México, pues se hace una valoración de sitios ubicados en los litorales Pacífico (Cocotren) y Atlántico (Puerto Morelos), en donde es fuerte la presencia de turistas extrarregionales, y del interior del país (Malinalco), con dominancia de turistas regionales. En general hay una coincidencia entre los diferentes estudios de que el turismo residencial no es un proceso, sino el resultado de la interacción de varios procesos que tiene que ver, entre otras cosas, con la movilidad, la transformación del espacio geográfico, la lógica empresarial y el alojamiento de viviendas privadas.

 

Se ha convenido ampliamente en la literatura generada por organismos oficiales del turismo que el propio turismo se asocia con la presencia temporal de individuos en un espacio que no es el de su residencia y con fines recreativos, pero sabemos que esa definición se ha quedado muy corta para explicar el complejo fenómeno del turismo en todas sus aristas. Así, ¿cómo se puede interpretar el hecho de que los turistas sean propietarios de inmuebles en el sitio que visitan? O incluso, ¿realmente es un turista quien llega a una propiedad suya en calidad de visitante por largos periodos, o más bien es un migrante?

 

¿Qué implicaciones socioterritoriales tiene desentrañar el fondo de estas preguntas? El y las autoras de este libro se esfuerzan en plantear la plataforma de análisis y presentar resultados de investigación.

 

En el capítulo 1, “El turismo residencial: Revisión y crítica de un concepto”, Raquel Huete Nieves y Alejandro Mantecón Terán aluden a que el turismo residencial es una categoría difícil, pues se trata de migraciones situadas en la esfera del ocio y no del trabajo (que es lo común), lo que origina formas de movilidad residencial; aunque es un fenómeno muy anterior, los primeros estudios formales surgieron en España en los años setenta del siglo pasado, debido a que este país fue uno de los más impactados por el arribo de turistas ricos de otras naciones que aprovecharon las desigualdades regionales desfavorables a España para comprar otra residencia, de ahí que hayan sido (y sigan siendo) estudios de corte marxista y con una obra prolija desde los geógrafos y la geografía en donde se refirió a las segundas residencias como un proceso de colonización.

 

Entre los principales problemas que se han reconocido del turismo residencial está el hecho de que incentiva la terciarización de la economía, una suerte de hipertrofia de lo agrario a favor de los servicios; en este capítulo, y también en los subsecuentes, se revela y discute que esto se debe a que el turismo residencial, con frecuencia, se enclava en territorios agrarios y muchas veces áreas naturales, y la población local es “aspirada” o “atraída” por las inversiones inmobiliarias, de modo que el sector servicios crece en detrimento del primario, sin que el sector industrial logre desarrollarse, por lo cual estas economías suelen ser muy vulnerables.

 

También se discute que el abordaje teórico y empírico del turismo de segundas residencias puede ser analizado desde dos perspectivas que suelen contraponerse: los estudiosos provenientes de países ricos, en especial los anglosajones, tienden a examinar el fenómeno desde el punto de vista de sus connacionales, lo que hace que tengan marcos explicativos imprecisos; en cambio, los académicos que viven en los sitios donde hay segundas residencias discuten el fenómeno desde diferentes realidades, pero privilegiando conocer los procesos de transformación del espacio y los impactos diversos a partir de las vivencias directas.

 

Se subraya que el turismo residencial se fundamenta en el hecho de que en los niveles internacional y regional hay una división internacional del trabajo que hace que la población de los centros del capital se dirija a las nuevas periferias del placer en busca de una nueva vida en espacios distintos de los rutinarios.  Así, cuando el turismo residencial se enclava en poblaciones más pobres, aunque en entornos paisajísticos considerados bellos, se presenta  un fenómeno de mercantilización, masificación, fragmentación de los espacios, vulgarización de lo ecológico y lo sociocultural que, paradójicamente, fue el motivo de atracción.  Tan pronto llegan los turistas-migrantes buscan participar de un entorno de afinidades y establecen una red de apoyo emocional y práctico. Aunque haya voluntad de acceder a la cultura local y al idioma, suele aplazarse o anularse porque se crean comunidades culturales comunes y la cultura local puede hablar el idioma de los turistas externos.

 

Debido a que los perfiles de los turistas de segundas residencias son diferentes de los sitios visitados, transforman las realidades locales; por ejemplo, si su percepción es que es inseguro el ámbito local, amurallan, establecen linderos físicos y culturales, y la apreciación de privatización aumenta. Con esto se genera una fragmentación del espacio, se reduce la movilidad que antes tenían los locales, caso muy común en las playas de México, en donde la población local se ve limitada a acceder a los ámbitos de influencia de las segundas residencias. A veces el miedo hace que los fuereños limiten la movilidad, pero también ocurre por la ostentación social que lleva a una marcada idea de propiedad y restricción de las porciones de propiedad. Esta situación puede ocasionar una autoexclusión de los locales.

 

El territorio de las segundas residencias es una lucha de poderes subordinados y dominantes y ello influye en lo que cada uno obtiene. La apropiación de espacios naturales por parte de inmobiliarias y de dueños de residencias representa un símbolo de riqueza ante comunidades locales que, con el apoyo de los propios gobiernos, motivan la exclusión. Mientras mayor sea la desigualdad de la región receptora (con relación a los espacios de donde provienen los turistas), los problemas que derivan de las segundas residencias se agudizarán; la exclusión también complica la gestión de los recursos públicos. Estos planteamientos teóricos fungen como telón de fondo en los capítulos subsecuentes.

 

En el capítulo 2, “El turismo residencial en el Corredor Costero Tijuana-Rosarito-Ensenada en Baja California: Surgimiento, características e imaginarios”, Nora L. Bringas Rábago expone que la característica predominante del sitio de estudio es que es una frontera altamente diferenciada, con fuertes inequidades entre uno y otro lado de la línea. Se reflexiona sobre el surgimiento del turismo y su evolución, los contrastes de la urbanización entre las porciones de segundas residencias y las localidades urbanas y rurales, además de los perfiles de los turistas residenciales y los imaginarios que alimentan el turismo residencial.

 

La atracción del Cocotren se sustenta en el paisaje costero y el clima mediterráneo, así como en la idea de la tranquilidad, con el plus de la cercanía de un ambiente transfronterizo agitado entre Tijuana y San Diego, en donde las telecomunicaciones y los transportes permiten un fuerte intercambio transfronterizo. Cabe anotar que Bringas Rábago considera el hecho de que el Cocotren ha tenido éxito como sitio de segundas residencias por las características de las poblaciones implicadas y sus ingresos: migrantes estadounidenses, jubilados, mayores de 45 años, con un poder adquisitivo mayor que los turistas nacionales y mucho mayor que la población local, con lo cual los extranjeros tienen posición de privilegio dentro de los turistas; para ellos es mucho más fácil adquirir una segunda residencia del lado mexicano –la cual sería mucho más cara del lado estadounidense–, con los beneficios de la frontera y la proximidad a su residencia principal.

 

Puesto que la demanda antecedió a la oferta, el crecimiento urbano litoral fue anárquico; así, alternan los sitios que la autora denomina como “planeados” y los “no planeados” y que se aprecian en uno y otro caso en los centros turísticos, los trailer parks y los sectores de comunidades locales. A esta complejidad se suman los efectos de la burbuja inmobiliaria que se dio hace unos años en esta zona, que dejó sectores en cierto abandono y viviendas inconclusas. Otro fenómeno interesante es que muchos extranjeros estadounidenses con propiedades en el Cocotren tienen orígenes mexicanos, con lo cual hay cierto vínculo cultural, situación que la autora discute como una particularidad relevante y que incide en la construcción de imaginarios.

 

En el capítulo 3, “El turismo residencial en Malinalco, Estado de México. Análisis crítico desde la posmodernidad”, Maribel Osorio García argumenta (a diferencia de lo que ocurre en Tijuana-Rosarito-Ensenada y Puerto Morelos) que los turistas residenciales de Malinalco no son extranjeros, ya que en gran medida provienen de las urbes cercanas, en especial de la Ciudad de México y Toluca. Los propietarios pertenecen a grupos nacionales de alto poder adquisitivo; pueden adquirir la vivienda a través de inmobiliarias o por autoconstrucción. Osorio García detecta, por un lado, procesos de elitización de los territorios, pero, por el otro, de precarización de la vivienda.

 

Sin duda, al igual que en los otros dos lugares analizados en este libro, se advierten afectaciones al medio ambiente y socioculturales.  También Osorio García dice que hubo un proceso de terciarización de la economía, empero, es importante señalar que, a diferencia de los otros sitios, aquí ha habido una historia muy antigua y arraigada a la cultura y al patrimonio locales, lo que ha aminorado la fuerte penetración cultural, aunque, como la autora indica, entre los jóvenes locales se observa una mayor tendencia al cambio y a la adaptación de los nuevos patrones culturales incorporados por los turistas residenciales.

 

Además, la autora evidencia la existencia de dos grupos de turistas de segundas residencias: por una parte, individuos de una élite intelectual, y, por la otra, individuos de élites políticas y económicas. Los primeros buscan mayor interacción con la comunidad local, pues perciben que es una forma de acercarse a las raíces culturales de las que están ajenos en las ciudades, mientras que los políticos y empresarios no tienen ni buscan ese tipo de aproximaciones.

 

En el capítulo 4, “Turismo residencial en Puerto Morelos: Reflexiones sobre sus características”,  Ana Pricila Sosa Ferreira dice que en Puerto Morelos ocurre una situación socioespacial muy diferente a dos casos anteriores de estudio en cuanto al abordaje del turismo de segundas residencias, pues las comunidades locales valoran este fenómeno más en sentido positivo, debido a que ha sido tan avasallador el modelo turístico de Cancún, que Puerto Morelos se ve como un destino alternativo por su baja densidad, el libre acceso a la playa, una comunidad cohesionada y efectiva que lucha por defender el manglar y el litoral. En tanto, los turistas valoran este espacio frente a la masificación de Cancún. Sin embargo, se detecta una fuerte presión por parte de los inversionistas inmobiliarios, dado que se observa un fuerte potencial turístico de mayor densidad.

 

Al final, en las conclusiones, las autoras de los tres estudios empíricos realizan un ejercicio comparativo en dos sentidos: por un lado, contrastan la plataforma teórica del libro con los resultados de campo, y, por el otro, confrontan las evidencias que resultaron de los estudios de caso entre sí, lo cual hace posible cerrar la lectura de forma muy enriquecedora, pues permite al lector forjarse un punto de vista más depurado acerca de la complejidad del turismo de segundas residencias en México.