ECONOMÍA SOCIAL Y TURISMO ALTERNATIVO: EL CASO DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN
Resumen
A finales del siglo XX, se produce una expansión de empresas sociales dedicadas a la oferta de servicios turísticos en la Península de Yucatán. Una de las formas de organización de este tipo de empresas de turismo alternativo es la cooperativa, bajo la que operan la mayoría de las empresas turísticas en el medio rural peninsular. Su organización ha estado fuertemente vinculada a las directrices de agentes externos y del Estado, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las poblaciones campesinas. A partir de casos concretos se reflexiona en torno al concepto de economía social, desarrollado por autores latinoamericanos y poco utilizado en el estudio de las cooperativas turísticas en México, ya que lo consideramos una herramienta de análisis que brinda elementos para la interpretación crítica de este tipo de organizaciones.
Palabras clave: Península de Yucatán, cooperativismo, economía social, ruralidad, turismo alternativo.
SOCIAL ECONOMY AND ALTERNATIVE TOURISM IN CASE OF THE YUCATAN PENINSULA
Abstract
At the end of the twentieth century, in the Yucatan Peninsula, there was an expansion of social enterprises that provided tourism services. Most alternative tourism companies opted for Cooperatives as the form of organization, and they have operated since then mostly in the rural territory of the peninsula. Their organization has been linked to the guidelines of the State and external agents, so that the living conditions of farmers may be improved. By studying some concrete cases, we have discussed the concept of social economy developed by Latin American authors and seldom used in the study of tourism co-operatives in Mexico. This concept has been considered as a tool of analysis because it provides elements for the critical interpretation of these organizations.
Keywords: Yucatan Peninsula, rurality, alternative tourism, social economy, cooperatives.
Introducción
El turismo alternativo, además de ser una actividad complementaria al turismo masivo de sol y playa, ha sido considerado como una vía para la conservación de la naturaleza a través de las comunidades rurales, y un medio para contribuir a su desarrollo social y económico mediante cambios en las actividades de los espacios rurales. Este tipo de turismo se implementa a partir del otorgamiento de subsidios por parte del Estado y de organismos no gubernamentales nacionales e internacionales. Para la obtención de estos recursos, el Estado, en particular, induce procesos de organización bajo figuras de empresas sociales para la gestión de las actividades turísticas.
La economía social se presenta como un sistema socioeconómico alternativo al privado, en el que los campesinos o pescadores se insertan para establecer las empresas turísticas a partir de esquemas de organización colectiva, democracia en la toma de decisiones y cooperación en el trabajo, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las personas que integran dichos grupos. Este fenómeno es ampliamente visible en la Península de Yucatán en donde, gracias al otorgamiento de financiamientos y a la estrecha vinculación con el turismo de masas ofertado en el mar Caribe, se han detonado procesos de conformación de empresas sociales –principalmente cooperativas– dedicadas a la oferta de servicios turísticos rurales, de naturaleza, y de aventura.
El surgimiento de empresas de turismo gestionadas por campesinos ha sido documentado ampliamente en diversos contextos rurales de los países en vías de desarrollo, utilizando como marco de referencia el concepto de turismo de base comunitaria. Estos estudios parten de considerar a las comunidades como un todo homogéneo, donde la vecindad del hábitat integra al conjunto de habitantes en la empresa turística. En el caso de Yucatán, si bien existen algunas empresas turísticas ejidales en las que participa un alto porcentaje de las familias de una localidad, lo que predomina son pequeños grupos, muchas veces familiares, que se organizan para emprender la actividad turística. Ante esta realidad se propone partir de los principios teóricos en que se sustenta la economía social, en particular en su versión latinoamericana, como un marco teórico que brinda elementos operativos para el análisis del turismo alternativo en el contexto rural y campesino de la Península de Yucatán.
El estudio se realizó a partir de la revisión de literatura conceptual y de dos estudios de caso de emprendimientos turísticos, y tiene como antecedente la reflexión a partir de los trabajos realizados por el equipo de investigación en turismo del Departamento de Ecología Humana del Cinvestav-Mérida, y el trabajo de campo de uno de los proyectos de tesis que están en proceso.
1. Antecedentes
A finales del siglo pasado por iniciativa de la Organización Mundial del Turismo (oMt), se inicia la promoción del turismo alternativo como una modalidad aparentemente distinta a la del turismo de masas, vinculada a la conservación de la naturaleza (Jouault, García de Fuentes y Romero, 2015). Bajo esta perspectiva dicha actividad se incorpora a las políticas públicas para el desarrollo de las localidades rurales. Este tipo de proyectos se promueven como una alternativa productiva para los campesinos, en respuesta a la marginación que sufre el sector agrícola tradicional y que provoca problemas, como la migración a las ciudades en búsqueda de trabajos asalariados o la venta de sus tierras para la mejora de sus condiciones económicas (Monterroso y Zizumbo 2009; García de Fuentes y Jouault 2015a).
En la Península de Yucatán el turismo alternativo adquiere una importancia relevante debido a la vinculación que tiene con el turismo de masas que se oferta en el mar Caribe desde mediados de la década de 1970, y de la promoción que se le dio al interior del territorio peninsular con iniciativas como el proyecto Mundo Maya y los apoyos de instituciones gubernamentales, como la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), la Secretaría de Turismo (Sectur), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional para las Áreas Naturales Protegidas (Conanp), de organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), así como organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales (ONG) que llevaron al surgimiento de gran número de empresas de turismo alternativo complementarias al turismo de masas (Jouault, García de Fuentes y Romero, 2015).
Esta actividad es llamada alternativa en dos sentidos simultáneamente: alternativa al sistema económico dominante, al ser organizada bajo la forma de empresas sociales integradas principalmente por campesinos, y operadas de manera colectiva; pero también porque el discurso lo propone como alternativo al modelo de desarrollo turístico intensivo de sol y playa, con prácticas sociales más benignas con el medio ambiente, y actividades en contacto con la naturaleza, la aventura y la experiencia de la vida rural en escenarios naturales e infraestructura rústica. (García de Fuentes y Jouault, 2015b; Jouault, García de Fuentes y Rivera, 2015).
Los servicios turísticos que ofrecen estos grupos se establecen a partir de las condiciones sociales, políticas y culturales de las propias comunidades, basadas en sus medios de producción, capital social, recursos naturales y organización, para generar estructuras de cooperación y organización colectiva que les permitan obtener recursos para su desarrollo económico. Es importante señalar que la actividad turística no reemplaza a las actividades que tradicionalmente realiza la población rural, sino que las complementa, ayudando a diversificar la economía familiar y local (García de Fuentes y Jouault 2015a).
Una de las formas de organización más común en este tipo de actividades, en la región, es la cooperativa; en el Atlas del turismo alternativo de la Península de Yucatán (García de Fuentes, Jouault y Romero, 2015), se encontró que en 2013 existían 153 empresas turísticas organizadas bajo formas de la economía social, de las cuales 78% eran cooperativas legalmente constituidas, 13% empresas ejidales y 6% operaban con otro tipo de organización social (García de Fuentes, et al., 2015).
La inclusión de las empresas cooperativas como forma de organización del turismo rural campesino se vincula con la promoción de esta actividad por parte de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales (Jouault, 2014). Su formación está estrechamente relacionada con los sistemas de tenencia de la tierra y los requerimientos para la obtención de financiamientos. Por un lado, la tenencia de la tierra es predominantemente ejidal en las áreas rurales del interior de la península. Por otra parte, la captación de financiamientos se relaciona con las directrices operacionales de las fuentes de financiamiento, ya sean subsidios gubernamentales o apoyos otorgados por organizaciones no gubernamentales, que se otorgan de manera grupal y no individual, e imponen la obligación de formalizar y registrar legalmente las agrupaciones como cooperativas u otras formas de organización colectiva (García de Fuentes et al., 2015).
En este tenor, de acuerdo con Jouault, García de Fuentes y Rivera (2015), un rasgo importante observado en las empresas turísticas de la economía social de la Península de Yucatán es que una buena parte de las empresas exitosas en términos económicos, están integradas en su mayoría por una o varias familias extensas. Esto plantea la interrogante de si dichos casos realmente representan al cooperativismo, o son microempresas familiares, las cuales también son consideradas parte de la economía social, independientemente de que adopten la figura de la cooperativa para responder a los requerimientos de financiamiento.
1.1. La economía social como herramienta conceptual para el análisis del turismo rural campesino
La economía social funciona mediante grupos de trabajo organizados colectivamente con el fin de satisfacer sus propias necesidades básicas y desarrollar sus capacidades humanas. La propuesta se basa en un sistema socioeconómico plural que se sustenta en los valores de reciprocidad, cooperación, autogestión y en principios democráticos para la distribución del trabajo, la toma de decisiones y la repartición de los beneficios. Este sector socioeconómico produce colectivamente y está vinculado con el mercado, pero no se orienta a la acumulación de ganancias, sino a la generación de trabajo y a la distribución de las ganancias generadas entre los trabajadores (Coraggio 2016; 2009; Singer, 2009; Marañón y López, 2013).
De acuerdo con Quijano (2006), si bien en este sistema socioeconómico se albergan diferentes formas organizacionales como empresas familiares y agrupaciones campesinas de trabajo colectivo, la empresa cooperativa es una de las formas centrales de organización de dicho sector, ya que los principios del cooperativismo se vinculan fuertemente con esta propuesta. Este autor señala también que las empresas cooperativas se basan en la reciprocidad, pero están fuertemente vinculadas con el mercado, y pueden abarcar diversos ramos del sector productivo lo que enriquece al sistema como un sector socioeconómico.
La propuesta de la economía social surgió a finales del siglo xix e inicios del siglo XX, como un enfoque que cuestiona a la economía capitalista caracterizada por la acumulación y la reproducción del capital, que margina social y económicamente a una parte de la población (Guridi, Jubeto y Villalba, 2012). En el polo marginal se comenzaron a construir las pautas para la propuesta de la economía social a partir de la organización colectiva del trabajo, en una racionalidad basada en la distribución y no en la acumulación del capital como principio operativo, valores de reciprocidad y cooperación como elementos de cohesión, y en la toma democrática de decisiones, como forma de organizar el trabajo. Con base en estos elementos las organizaciones buscaron formas de satisfacer sus necesidades básicas y distribuir sus ganancias de manera justa sin someterse a la subordinación de las empresas capitalistas (Marañón, 2016; Marañón y López, 2013).
Durante la transición hacia el neoliberalismo se agudiza la exclusión social y la marginalización, como resultado del sistema de producción y consumo, generando una mayor precarización del sector de la población ubicado en el polo marginal (Quijano, 2014). En el medio rural este segmento de la población se dedica principalmente a la producción de subsistencia, con trabajos de muy baja calificación, poca productividad y con ingresos que no se pueden atribuir de manera estable a un salario o ganancia, siendo el sector más abatido por situaciones de desventaja en los niveles de producción y en el acceso a la tecnología y al capital (Marañón y López, 2013; Enríquez, 2007; Quijano, 2014).
La propuesta de la economía social ha pasado por un desarrollo conceptual a partir de los casos estudiados en América Latina por distintos autores en las últimas décadas del siglo XX entre los que destacamos a Quijano (2014), Razeto, (1990 y 2010), Coraggio, (2001 y 2004) y Singer (2009).
En México, la economía social tiene antecedentes en las agrupaciones de trabajo colectivo que surgieron durante la segunda mitad del siglo xix, las cuales eran principalmente cooperativas dedicadas a la producción de bienes. Este tipo de empresas recibieron un reconocimiento formal en la Constitución de 1917; y en 1938 la legislación en materia de cooperativismo recogió los principios que se profesaban en este movimiento a nivel internacional (Izquierdo Muciño, 2009). A partir de ese periodo se dio un fomento a la empresa cooperativa con una estrecha vinculación con el Estado, quien fue el encargado de tutelar y financiar este tipo de proyectos bajo una estructura centralista que hizo que el cooperativismo se desarrollara en un esquema de subordinación al gobierno y no de autogestión.
En 2012, en pleno neoliberalismo, la economía social recibe un reconocimiento como sector económico en México con la promulgación de la Ley de Economía Social y Solidaria y la creación del Instituto Nacional de Economía Social y Solidaria (inaes). En esta ley se define este sector y se establece cuáles son las organizaciones que lo componen. En su definición se incluyen todas las actividades realizadas por asociaciones de propiedad social con el objetivo de satisfacer las necesidades de sus miembros; entre éstas se encuentran los ejidos, las comunidades, organizaciones de trabajadores, las sociedades cooperativas, y “en general cualquier forma de organización para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios socialmente necesarios” (doF, 2015, p. 2). Adicionalmente, la Ley de Economía Social y Solidaria atribuye al inaes el fomento e instrumentación de políticas públicas para el desarrollo de este sector, así como ser la institución encargada de entregar apoyos para la promoción y desarrollo de este tipo de organismos (inaes, 2016).
Aunque en el marco normativo mexicano de la economía social se reconocen –de manera difusa– diferentes formas organizativas, en la práctica la empresa cooperativa es la figura legal más reconocida para el acceso a los recursos que brinda el Estado para este sector. De esta manera la intervención del Estado ha propiciado la creación, en muchas ocasiones artificial, de cooperativas.
La promoción de las cooperativas para el turismo rural se vincula con la historia del movimiento cooperativista en el sector rural durante el siglo XX, particularmente desde la época de Lázaro Cárdenas, en la que se impulsó la creación de cooperativas dedicadas a la producción agropecuaria, las cuales estuvieron estrechamente vinculación con el Estado como financiador bajo un esquema paternalista, lo que impidió una verdadera formación horizontal desde la base, quedando integradas en un proyecto estatal más que en una expresión de autonomía de los trabajadores (Warman, 2001; Nava y Barajas, 2015). En la práctica una parte de las cooperativas de producción del medio rural son empresas familiares (familias extensas) que adoptan dicha figura legal para cumplir con un requisito necesario para el acceso a los financiamientos. En muchos casos éstas se disuelven sin operar al obtener los recursos buscados o en caso de no lograr captar los beneficios esperados (Rojas, 2013).
2. Metodología
A partir de casos concretos se reflexiona en torno al marco conceptual de la economía social, desarrollado por autores latinoamericanos y poco utilizado en el estudio de las cooperativas turísticas en México, ya que lo consideramos una herramienta de análisis que brinda elementos para la interpretación crítica de este tipo de organizaciones.
Tiene como antecedente los resultados de investigaciones realizadas por el grupo de trabajo de turismo alternativo del departamento de Ecología Humana del Cinvestav-Mérida y en particular la tesis en proceso Economía social y recursos de uso común, estudio de tres cooperativas turísticas del traspaís Cancún-Riviera Maya de la que se toma una parte de los resultados preliminares de dos de los casos estudiados, que permiten ejemplificar cómo se incorporan los valores de la economía social en las cooperativas turísticas. Los casos de estudio de la tesis se eligieron considerando que sean empresas cooperativas exitosas. El éxito de las cooperativas elegidas se traduce en que ambas tienen más de 10 años operando, son autosuficientes económicamente y representan una forma de trabajo estable para sus miembros.
Interesa analizar este tipo de empresas consideradas como exitosas ya que existe un alto número de empresas turísticas de este tipo que dependen directamente de los subsidios para su operación, que se privatizan por falta de recursos para funcionar, o que fracasan y dejan de existir (Jouault, García y Rivera, 2015). Así, los ejemplos de casos exitosos de emprendimientos turísticos en un contexto rural campesino, nos permiten observar cuáles son los criterios de la economía social incorporados en su operación, y cómo funciona en la práctica la aplicación de estos criterios.
3. Resultados
3.1 Caso 1: Sociedad cooperativa U Kuchil Kuxtal (Ek-Balam)
El primer caso es la sociedad cooperativa U Kuchil Kuxtal ubicada en la localidad de Ek-Balam, Temozón, Yucatán. De acuerdo con el INEGI (2010) Ek-Balam tiene una población de 300 habitantes, y la población económicamente activa representa 44.3%, participación muy superior a la media de población con trabajo en el país. Sus habitantes se dedican principalmente al cultivo de la milpa tradicional. Esta localidad es maya hablante y mantiene una fuerte identidad cultural. Es importante destacar que la localidad de Ek-Balam se ubica colindante con la zona arqueológica que lleva el mismo nombre.
La sociedad cooperativa U Kuchil Kuxtal está formada por 13 socios, los que además emplean a 14 trabajadores; ofrece hospedaje rural en cabañas rústicas y cuenta con alberca, área de acampado y un mirador a la zona arqueológica, a la que también se realizan visitas guiadas. Su oferta incluye recorridos por las milpas de algunos de los socios, recorridos interpretativos y alimentación en su restaurante o con familias de la localidad. También se rentan bicicletas a los turistas para hacer los recorridos y éstos pueden participar en talleres de elaboración de tortillas a mano y urdido de hamacas.
La iniciativa de brindar servicios turísticos en la localidad surgió a partir del apoyo de la CDI en el 2001, y se fue consolidando gracias a los financiamientos y asesoría que tuvieron en distintos momentos de otras instituciones: gubernamentales como la propia CDI que les apoyó en tres ocasiones, la Semarnat y la Sectur, internacionales como el PNUD y organizaciones no gubernamentales como la Red Indígena de Turismo Alternativo (RITA).
En el primer momento, la cercanía del pueblo con la zona arqueológica animó a los ejidatarios a constituirse legalmente para gestionar un proyecto de hospedaje rural ante la CDI, que los apoyó con recursos económicos para la construcción de las cabañas, el área de recreación y el restaurante. Para acceder a los recursos del programa, los ejidatarios se constituyeron como una asociación civil, cuya operaciones comenzaron en el año 2000. Aprovechando la estructura comunitaria de toma de decisiones existente en la localidad, el ejido otorgó, mediante asamblea, un lote de cuatro hectáreas para desarrollar el proyecto de las cabañas, que posteriormente se extendió a ocho hectáreas. Este acuerdo se formalizó ante la Procuraduría Agraria en 2013 con un contrato de usufructo del terreno por 30 años a cambio de que la cooperativa pague al ejido 10% de la ganancia total mensual.
En un inicio, el proyecto de Ek-Balam se organizó con la participación de los 26 ejidatarios de la localidad, sin embargo, algunos lo fueron abandonando al considerar que representaba mucho trabajo y pocas ganancias, ya que durante esta etapa el trabajo consistió en el acondicionamiento del terreno y la construcción de algunas de las cabañas, realizado mediante fajinas de los socios, sin obtener una remuneración a cambio. En el año 2004 se inicio la renta de las cabañas, operando como una Asociación Civil, lo que representó problemas al grupo por la comprobación fiscal de ingresos como organización sin fines de lucro. En el año 2007 decidieron reorganizarse como una cooperativa, la cual quedó constituida por los 13 socios actuales. El grupo encontró en la cooperativa una forma eficiente de operar, no solo en las cuestiones fiscales, sino como una empresa capaz de gestionar de manera autónoma el trabajo en las cabañas.
La cooperativa U Kuchil Kuxtal organiza el trabajo mediante asambleas mensuales en las que participan los 13 socios, en estas reuniones se discuten temas como las tareas que se tienen que realizar y el manejo de los recursos; las decisiones se toman mediante el voto de los socios y se respeta lo que la mayoría concluye. Los socios trabajan por parejas en un rol de turnos de 24 horas que cada pareja debe cumplir, en el que hacen guardia en las cabañas y la recepción y barren los espacios exteriores. Para las demás tareas han incorporado a 14 trabajadores, quienes se encargan del restaurante (cuatro cocineras y cuatro meseros varones), lavandería (cuatro lavanderas) y cabañas (cuatro camaristas, también mujeres); además de dos jóvenes varones que se encargan de la recepción de los grupos y realizan la función de guías del tour en la localidad y sus alrededores. Los trabajadores contratados son en su mayoría parientes de los socios: esposas, hermanos, hijas e hijos, quienes han recibido las capacitaciones necesarias para desempeñar las tareas que se les han asignado. Debido a que la mayoría de los socios cuentan con una edad avanzada, no dominan bien el español, y no saben leer, estos socios asumen las tareas menores ya señaladas de vigilancia, incluyendo el cuidado de las instalaciones por las noches y de limpieza del lugar.
El manejo de los recursos financieros de la cooperativa queda a cargo de los tres socios con mayores capacidades (mayor dominio del español y capacidad de lectura y aritmética básica) que forman el comité directivo, integrado por el presidente de la cooperativa, el tesorero y el secretario, quienes tienen como tareas: administrar el dinero de la empresa, informar a los socios del estado financiero y además son los que han impulsado las labores de promoción, en asociaciones como Coox Mayab, en certificaciones como Moderniza y la Norma Mexicana 133, en la Marca Paraísos Indígenas de Sectur y en el trabajo con agencias de viajes y guías de turismo. Estos tres socios son los que dirigen todas estas tareas, sin embargo, la participación concreta recae en dos jóvenes trabajadores que han demostrado gran capacidad y cuentan con más formación, un hijo del presidente y un sobrino del tesorero.
El trabajo en la cooperativa es considerado por los socios como una oportunidad laboral a futuro para sus hijos, por lo que es muy importante para ellos que el proyecto opere de manera adecuada (Pulido, 2014). En ese sentido, los dos jóvenes antes mencionados, se han involucrado en el trabajo de la gestión de la cooperativa y se han capacitado de manera muy intensa aprendiendo todas las tareas necesarias, y certificándose como guías de turistas ante la Sectur.
El salario es equitativo entre socios y trabajadores, cada uno recibe un jornal de 100 pesos diarios por el trabajo realizado. Del jornal que los socios reciben cada uno destina 20 pesos diarios para un fondo económico que la cooperativa utiliza para el pago de gastos extraordinarios o cuando se quedan sin fondos porque los gastos de operación fueron muy altos, es decir, los trabajadores perciben 100 pesos diaros y los socios solo 80. De las ganancias o utilidades, una vez cubiertos los sueldos, una parte se distribuye entre los 13 socios y otra se destina a un fondo económico para solventar los gastos médicos de los miembros del grupo. También de la ganancia total obtenida mensualmente, se separa una cantidad de dinero para un fondo solidario de gastos médicos o funerarios dispuesto para el resto de los habitantes del ejido, sean trabajadores o no de la cooperativa.
Además de la redistribución de la ganancia, la cooperativa también extiende lazos solidarios con el resto de los habitantes de la localidad al propiciar que otras familias reciban beneficios del turismo ya que el tour comunitario consiste en visitar algunos hogares del pueblo en los que se imparten talleres de urdido de hamacas y de elaboración de tortillas a mano con maíz cosechado en las milpas locales, o se ofrece el servicio de alimentación a los turistas. El precio del tour se paga de manera integra a la familia que imparte los talleres, lo que representa un ingreso adicional para los integrantes de esos hogares, algunos de los cuales no son de los socios.
En esta cooperativa existe una gran cohesión entre los socios, producto de los vínculos creados en el proceso de separación, traslado y fundación de un nuevo ejido, ya que la comunidad de Ek-Balam se fundó a fines de la década de 1970 en un proceso en el que 26 familias se separaron del ejido de Temozón al gestionar y recibir una dotación de tierras, migrando desde su lugar de origen para fundar su propio ejido. Este proceso es un elemento clave para entender la cohesión del grupo, ya que los trece socios de la cooperativa son jefes de esas familias migrantes, y mantienen un fuerte vínculo entre ellos y con los otros ejidatarios jefes de familias migrantes, aún si aquellos prefirieron no continuar en la cooperativa. Esto explica también que busquen la manera de apoyarlos involucrándolos en actividades turísticas externas a la cooperativa como las ya mencionadas.
3.2. Caso 2. Commuity Tours Sian Ka’an (Muyil)
La sociedad cooperativa Community Tours Sian Ka’an está ubicada cerca de la localidad de Chunyaxché, Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. De acuerdo con los datos del INEGI (2010), la localidad cuenta con 191 habitantes, y la población económicamente activa representa 31.4% de estos. Esta localidad es la más grande, ya que el ejido se compone de varias comunidades a las que se les denomina “los chunes”. Asimismo 85.8% de la población de tres años o más habla la lengua maya. Este ejido tiene una fuerte identidad indígena, ya que sus localidades forman parte de la llamada zona maya de Quintana Roo. El parador y las instalaciones de la cooperativa se ubican a 20 kilómetros de Tulum, a la orilla de la carretera que une esta ciudad con Felipe Carrillo Puerto, justo a la entrada de la laguna de Muyil.
La sociedad cooperativa está formada por 12 socios, todos miembros de una misma familia extensa, y da empleo a 30 trabajadores. La oferta turística consiste en recorridos por la laguna de Muyil y por la zona arqueológica de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, incluye un restaurante en el cual los turistas almuerzan después de realizar los recorridos mencionados, así como un museo de la cultura maya, una tienda de artesanías, un mariposario, y han establecido en Tulum una agencia para captar a los turistas y trasladarlos desde ahí o desde sus hoteles en Cancún y la Riviera Maya, sin intermediarios al parador. Los recorridos que ofrece la empresa cooperativa operan en terrenos federales que son parte de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, cuenta con una concesión que les fue otorgada a varios grupos, con el requerimiento común de que deben estar formados por habitantes del ejido de Chunyaxché.
En el caso de Community Tours Sian Ka’an, la cooperativa se formó cuando el grupo ambientalista Amigos de Sian Ka’an A. C. realizaba labores en la laguna de Muyil. A partir de este contacto, un grupo de primos, sus tíos y algunas de sus esposas se organizaron para constituirse legalmente como cooperativa y acceder a los financiamientos que la CDI ofrecía, así como de organizaciones internacionales como el PNUD, la Rainforest Alliance y Rare Fundation, a fin de ofrecer recorridos por la laguna y sus canales. En un inicio, el proyecto lo integraban más familiares, sin embargo, por conflictos personales, una parte del grupo se separó, formando su propia empresa. Cabe señalar que ambas empresas coexisten y compiten entre sí, y con otra cooperativa y un permisionario, bajo acuerdos implícitos para la captación de turistas y evitar una competencia desleal, además de apegarse a las normas que la Conanp ha designado para evitar una carga excesiva de embarcaciones en la laguna.
Los socios de la cooperativa son miembros de dos generaciones de una misma familia extensa: cuatro hermanos, tres de sus esposas, así como algunos hijos y sobrinos de estos; además de que seis de los empleados también mantienen relaciones de parentesco con ellos. Sólo siete de los 12 socios trabajan en la cooperativa, de los cuales tres desempeñan tareas administrativas: el presidente, el tesorero y el gerente general, y el resto cubre puestos de guías, capitanes, y la encargada de la cocina. Los otros cinco socios han solicitado de manera voluntaria no participar en el trabajo para dedicarse a otras actividades. No obstante, los doce socios asisten y participan de forma activa en la toma de decisiones de la cooperativa. El éxito de la empresa Community Tours Sian Ka’an, vinculado a la gran belleza de los escenarios naturales donde realizan sus recorridos y a la cercanía con la ciudad de Tulum, le ha permitido crecer y contratar un alto número de trabajadores (treinta al momento de nuestro trabajo de campo, correspondiente a la temporada turística alta), quienes realizan las tareas del restaurante (meseros y cocineros), recepcionistas, choferes, capitanes de embarcación y guías –por el lado de las actividades de atención a los turistas– así como de administración y finanzas, recursos humanos, gestión de calidad y auxiliares de mantenimiento por el lado de las actividades relacionadas con la administración de la empresa.
Al igual que en el caso anterior, en Community Tours Sian Ka’an las decisiones son tomadas en las asambleas generales que se organizan una vez al mes para discutir entre los socios la organización, los avances del trabajo y el estado financiero de la empresa. La asamblea representa un espacio democrático para la toma de decisiones, ya que los socios votan y se respeta la voluntad de la mayoría; sin embargo, el que casi la mitad de los socios no trabajen en la empresa los deja ajenos a su realidad operativa, lo que da más peso a las propuestas de los socios que tienen puestos gerenciales en la cooperativa. Las medidas que se toman en las asambleas son discutidas posteriormente con los empleados en una reunión de trabajo mensual, en esta los trabajadores tienen la oportunidad de expresar su opinión sobre el desempeño de las tareas y también tratar asuntos como los turnos, pagos, e incluso las inconformidades que tengan.
El manejo de los recursos es un aspecto que la cooperativa ha logrado implementar de manera eficiente para la autogestión del trabajo. Al respecto, la empresa reinvierte todas los ingresos obtenidas en el mes, de manera que se puedan solventar los gastos operativos como es el servicio a los motores y las embarcaciones, el mantenimiento de las instalaciones, la adquisición de combustible, y el pago de otros servicios como la electricidad, además de pagar los salarios de los trabajadores y mantener un fondo permanente de capital para la operación y el mantenimiento de los equipos y la infraestructura. En Community Tours Sian Ka’an los sueldos se encuentran entre los 5 000 y 8 000 pesos mensuales, dependiendo del las tareas realizadas por cada quien; estos salarios están diferenciados por el puesto de trabajo que se desempeña y no por la adscripción a la cooperativa, es decir, si un socio y un trabajador realizan la misma tarea, estos reciben el mismo sueldo mensualmente, con la diferencia de que los socios reciben una repartición de utilidades a fin de año. Es importante señalar que los socios que no asumen tareas en la cooperativa no reciben un sueldo, pero si su utilidad a finales del año.
La cooperativa ofrece hospedaje y alimentación a trabajadores que viven en las localidades más retiradas de la laguna, evitándoles largos recorridos de traslado; brinda el desayuno a todos sus empleados antes de comenzar la jornada de trabajo, y ha establecido acuerdos con los guías y capitanes de las embarcaciones para el pago de un bono de productividad mensual, adicional a su salario. Asimismo, al momento de realizarse la investigación de campo, la cooperativa ya había afiliado a la mitad de sus trabajadores al Instituto Mexicano del Seguro Social (iMss) y se estaba trámitando la incorporación del resto de los trabajadores. Quienes aún no se encontraban registrados ante el iMss recibían el reembolso de los gastos médicos presentando la receta médica ante la encargada de recursos humanos, forma en la que se velaba por la salud de los participantes, previa a la iniciativa de otorgar seguridad social a los trabajadores.
La cooperativa también ha establecido vinculos de trabajo con ocho cooperativas de cuatro comunidades de la región maya de Quintana Roo: Señor, Tihosuco, Felipe Carrillo Puerto y Muyil, que tienen menor desarrollo, captan menos turistas que Community Tours Sian Ka’an y generan menos ingresos. Desde su sede organizan recorridos por el interior de la zona maya para visitar esas comunidades que ofrecen visitas a grutas, a dos museos, uno de la cultura maya y otro de la Guerra de Casóas, a un solar para conocer el uso de las plantas medicinales, a una recreación del procesamiento del algodón como se hacía tradicionalmente en la Península de Yucatán y a un campamento chiclero. Esta alianza permite a estas cooperativas aprovechar el poder de captación de turistas de Community Tours Sian Ka’an para atraer visitantes a sus emprendimientos y generar más ingresos, al mismo tiempo que diversifica la oferta turística de dicha cooperativa. A partir de esta vinculación se ha conformado la Red de Turismo Comunitario de la Zona Maya de Quintana Roo, constituyéndose como una unión de cooperativas con el objetivo de gestionar colectivamente apoyos, capacitaciones y para la promoción turística de la región en el corredor de Cancún y la Riviera Maya.
En esta cooperativa los vínculos de parentesco que existen entre los socios y algunos de los trabajadores crean una cohesión importante en el grupo, basada en la reciprocidad y el respeto originado en la familia. Estos valores se extienden a la otra cooperativa que opera en la laguna, formada por otros de sus familiares, con los que han establecido acuerdos para operar sin problemas entre ellos, aunque cabe señalar que estos acuerdos están supervisados constantemente por la Conanp; no obstante, el respeto entre ellos trasciende a la normatividad. Además, el parentesco entre los miembros de la cooperativa les ha permitido gestionarla de manera democrática anteponiendo el respeto y la capacidad de trabajo a la jerarquía, rotando los puestos del comité administrativo de la cooperativa y participando en la toma de decisiones.
Discusión y conclusiones
La formación de las cooperativas estudiadas responde a la acción de organismos gubernamentales y no gubernamentales que promueven la actividad turística en la región. El uso de la cooperativa como figura legal de la empresa es inducido por parte de estos organismos promotores del turismo alternativo. Dentro del discurso del desarrollo rural el turismo alternativo se vislumbra como la opción para mejorar las condiciones de vida de las localidades, y el cooperativismo como una estrategia eficaz para lograr una gestión colectiva. En el primer caso de estudio la cooperativa se formó con todos los ejidatarios pero, ante el esfuerzo requerido, acaba reduciéndose a un proyecto colectivo de un grupo mucho más pequeño, de sólo 13 socios. En el segundo caso es asumido por 12 socios integrantes de una familia extensa.
Para el discurso dominante, el turismo alternativo es un medio para mejorar la vida de las comunidades, pensadas estas como una localidad en el que la población en su totalidad, o al menos en su mayoría, tiene una participación activa y se beneficia directamente del emprendimiento turístico. Este visión ha sido incorporada en los estudios del turismo bajo el marco conceptual del turismo de base comunitaria (Goodwin y Santilli, 2009; Beeton, 2006; Hiwasaki, 2006; Bartholo et al., 2016) en el que se asume que el turismo es implementado por una comunidad, como una iniciativa endógena en concordancia con los intereses de sus habitantes (Ruiz et al., 2008). Sin embargo, lo observado en Yucatán es que solamente un pequeño grupo de habitantes de las localidades son quienes componen los grupos que ofrecen los servicios turísticos y quienes adoptan el cooperativismo como un mecanismo que les asegure el acceso a los recursos, de acuerdo con las directrices que los financiadores disponen.
Los vínculos que existen entre los socios generan una cohesión sólida entre los miembros del grupo, lo que constituye un aspecto central para lograr el buen funcionamiento de las empresas cooperativas, en sus procesos de organización, toma de decisiones y operación cotidiana. Esto coincide con lo señalado por Kieffer (2018) respecto a que el éxito en la operación de las cooperativas turísticas se relaciona, en gran medida, con el mantenimiento de la cohesión entre sus miembros y esta depende a su vez de vínculos previos como los lazos familiares, religiosos, la tradición de trabajo colectivo (fajina, en Yucatán), lugar de origen común, entre otros. En los dos casos estudiados, los vínculos preexistentes entre los socios, e incluso con los trabajadores, otorgan cohesión al grupo, elemento que es central en la estabilidad de estas empresas. Por otra parte, existe una apropiación del proyecto por parte de los socios que lo asumen como una alternativa real de mejoramiento, en el caso de Ek-Balam, para sus hijos, que encuentran opción de trabajo en la comunidad, y en el caso de Community Tours, este mejoramiento es ya una realidad y ellos se han convertido en empresarios, creciendo y abarcando otros negocios, e incluso actuando como socios capitalistas, que ya no trabajan en la empresa pero obtienen rentas de ella.
La asamblea como espacio de gestión y toma de decisiones colectiva tiene una larga tradición en el sector ejidal en México. Así, el trasfondo ejidal existente en estas comunidades, y no los principios del cooperativismo, es lo que dotó a los socios de bases para organizarse y tomar decisiones de manera colectiva. Díaz (2003) (citado en Flores Amador et al., 2014) apunta que la organización se da a partir de la participación en las asambleas generales, en las que se nombran a los representantes y se organiza la vida pública de las comunidades. Sin embargo, el trabajo recae en mayor o menor medida en empleados contratados por los socios, de tal manera que lo cooperativo se limita a un sector de dirección, control y toma de decisiones, mientras que paralelamente genera empleos, pero ya no en el sentido de autoempleo, sino de la construcción de relaciones obrero-patronales. Un elemento a destacar es que no hay ningún planteamiento explícito de cómo se dará el relevo generacional en el caso de Ek-Balam. En Community Tours Sian Ka’an, donde los socios son relativamente jóvenes, es evidente que esto no está considerado y que la lógica es ya la de una empresa privada, de tipo familiar y en rápida expansión.
Sin negar lo anterior, el análisis de las cooperativas estudiadas mostró que también coexiste una racionalidad productiva que tiene como objetivo una distribución democrática de las ganancias. En los dos casos destaca que el sueldo pagado por cada tipo de trabajo es igual sean socios o trabajadores. También muestra que las ganancias que los socios y trabajadores obtienen por su trabajo en la cooperativa representa una mejora en sus condiciones de vida, muy grande en el caso de Sian Ka’an, pero importante también en Ek Balam, si lo consideramos en el contexto de los ingresos de las comunidades campesinas tradicionales. Asimismo, las cooperativas representan una fuente de trabajo en los lugares de origen de sus miembros y han frenado la migración a centros urbanos como Cancún y Playa del Carmen en búsqueda de trabajo, donde además los jóvenes se enfrentan a contextos de marginación, exclusión y violencia, empleándose en trabajos poco remunerados y que deben solventar sus gastos de vivienda, transporte y alimentación.
Los lazos entre los socios, así como los que las cooperativas han extendido con sus propios empleados y con el resto de la comunidad, muestran cómo opera la reciprocidad y la cooperación en estas empresas. Razeto (2005) apunta que la reciprocidad se constituye como una relación horizontal entre las personas que integran un grupo. La cual se da como un compromiso que obliga a los individuos a responder cada uno por el grupo y al grupo por cada uno de sus miembros. En la economía social las relaciones recíprocas que se tejen emergen del contexto de marginación y exclusión que surge con la expansión del neoliberalismo, como una forma de organizar la producción, el intercambio y la distribución de los beneficios (Quijano, 2008).
Como se observó, los vínculos preexistentes, como el parentesco y la vida ejidal, alimentan en gran medida la solidaridad que existe en la organización. Al respecto, Quijano (1998) señala que la reciprocidad se constituye como relación social básica que forma parte central de la vida de los grupos originarios de América Latina. En el contexto rural campesino maya, los vínculos observados responden a su vez a los valores tradicionales y la jerarquía social que existe en las comunidades, como el respeto a los mayores y la unidad familiar.
Sin negar todo lo anterior, el análisis de nuestros casos de estudio, nos lleva a plantear de manera incipiente dos aspectos que ponen en cuestionamiento el papel y potencial del cooperativismo en el caso del turismo alternativo en la región: Las cooperativas y otras formas de economía social se impulsan de manera indiscriminada, incorporando cada vez más territorios a la actividad turística, sin que necesariamente los resultados muestren que se alcanzan los objetivos planteados en el discurso, lo que nos lleva a la hipótesis de que su impulso es una herramienta para turistificar estos territorios sin violentar de manera inmediata la tenencia de la tierra, como un medio de apropiación indirecta y de paulatina privatización.
El cooperativismo impulsado por el Estado lo transforma en una versión “light” de este tipo de organización comunitaria, donde ni el marco jurídico, ni la reflexión del grupo, hacen explícitos aspectos de organización, funcionamiento y específicamente de relaciones sociales, lo que lleva a que los campesinos incorporen a la toma de decisiones de la empresa turística, los principios de cooperación, reciprocidad y democracia, que ya formaban parte de su vida colectiva en los ejidos, pero que no eran ni son parte de la organización y funcionamiento del trabajo agrícola, ya que este no se realiza de forma colectiva, sino individual y basado en el grupo familiar. En los casos estudiados el trabajo paso rápidamente a recaer en empleados asalariados, mientras que los socios, particularmente en el segundo caso, pasan a vivir de las rentas que les produce el capital obtenido de los subsidios.
Lo anterior no niega la existencia de valores y principios solidarios que en ambos casos repercuten en beneficio de los trabajadores, e incluso de la comunidad. La evolución del proceso puede llevar a profundizar el esquema cooperativo o, por el contrario, hacia la privatización.
Partir de los planteamientos de la economía social para analizar la forma concreta de organización y funcionamiento de las cooperativas turísticas inscritas en el sector social de la economía nos permitió constatar tres contradicciones que necesariamente están marcando el derrotero del sector: a) El Estado como principal impulsor de una economía alterna, ubicada geográficamente en el entorno de una región donde el turismo es el eje de la acumulación de capital. b) La cooperativa de producción que, partiendo de los principios de cooperación, reciprocidad y democracia, se basa en el trabajo asalariado y no en el autoempleo de los cooperativados. c) El cooperativismo en este caso no surge de una necesidad endógena en el seno del grupo campesino. Le llega a través de una capacitación inicial centrada en un discurso que trasmite valores ideales y asesoría puntual para poder constituir legalmente la empresa. En estas condiciones no se genera la discusión y reflexión permanente sobre las formas de operación de la economía social que lleve al grupo a construir mecanismos para el relevo generacional; para la incorporación adecuada de nuevos socios; para mantener el trabajo como eje del funcionamiento colectivo, y a no centrar lo colectivo solo en la toma de decisiones, a la manera de los consejos de dirección de las empresa privadas.
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