LA ASOCIATIVIDAD LOCAL COMO HERRAMIENTA PARA FORTALECER EL TURISMO RURAL COMUNITARIO EN LOS PUEBLOS GARÍFUNAS DEL MUNICIPIO DE LA CEIBA, HONDURAS

 

Resumen

El Turismo Rural Comunitario (TRC) representa una alternativa para la reducción de la brecha económica, social y medioambiental a la que históricamente han sido sometidos los pueblos garífunas del municipio de La Ceiba, al norte de Honduras; sin embargo, la ausencia de políticas claras y la limitada participación de los actores locales en una agenda común, han impedido que estos pueblos logren la competitividad de este producto turístico, a pesar de contar con un rico patrimonio, el TRC es visto como un recurso embrionario que no logra aprovecharse. El objetivo de este trabajo es sustentar el papel de la asociatividad local como generador de oportunidades de desarrollo en la etnia garífuna. Haciendo uso del método fenomenológico del enfoque cualitativo se realizaron grupos focales y talleres, cuyos resultados reflejan una alta prevalencia de instituciones externas que trabajan permanentemente en estos territorios, pero factores como la baja asociatividad, el poco sentido comunitario y la escasa formación de la población local provocan que los muchos intentos por desarrollar turísticamente estas comunidades queden en propuestas fallidas.

 

Palabras clave: asociatividad local, turismo rural comunitario, garífuna, competitividad, desarrollo.

 

THE LOCAL ASSOCIATION AS A TOOL TO STRENGTHEN THE RURAL COMMUNITY TOURISM IN THE GARIFUNA COMMUNITIES OF THE MUNICIPALITY OF LA CEIBA, HONDURAS

Abstract

The Rural Community of Tourism (TRC) represents an alternative form to reduce the economic, social and environmental gap to which the garifuna people of the municipality of La Ceiba, in northern Honduras, have historically been subjected; however, the absence of clear policies and limited community participation in a common agenda have impeded these communities from achieving the competitiveness of this tourism product and despite having a rich heritage, the TRC continues to be seen as an embryonic resource that does not manage to take advantage of it. The objective of this work is based on offering a critical look at the role of local associativity to promote community opportunities for the garifuna ethnic group. Making use of the phenomenological method of the qualitative approach, focus groups and workshops were carried out to develop this research whose results reflect a high prevalence of external institutions that work permanently in these territories, so then, factors such as low associativity, little sense of community and the scant training of the local population result in unsuccessful ways to promote rural community of Tourism.

 

Keywords: local associativity, rural community tourism, garifuna, competitiveness, development.

 

1. Introducción

Ante el notable aumento de los impactos negativos generados por la actividad turística, a lo largo de las últimas tres décadas del siglo pasado y el surgimiento del turismo de masas como un modelo de consumo que pone en riesgo la durabilidad de los recursos locales para las futuras generaciones, fue necesario generar nuevas alternativas que contrasten la visión de desarrollo con el paradigma de la sostenibilidad (Córcoles, 2022; Cacciutto et al., 2020).

 

La nueva visión del turismo se orienta a la planificación ambiental y cultural, a fin de coadyuvar la conservación de los recursos y la reconstrucción de los territorios que han sido degradados por una ineficiente gestión (Aguilar et al., 2015). Ante esta situación, el turismo es una actividad con un sentido complementario a la producción tradicional que logra impulsar otras actividades económicas como la agricultura, la artesanía y, a su vez, eleva las oportunidades para fortalecer la identidad local y revitalización cultural (Yépez et al., 2021).

 

Las nuevas tendencias que marcan la actividad turística apuntan a la competitividad, a partir de experiencias alternativas al turismo masivo, que acerquen activamente al visitante a conocer los recursos de los territorios locales (Ávila y Barrado, 2005). Esta diversificación del turismo ha dado como resultado la implementación del Turismo Rural Comunitario (TRC) como una modalidad de bajo impacto sobre los recursos locales, que permite contribuir significativamente a las débiles economías campesinas, facilitando las oportunidades para que los menos favorecidos logren organizar su estructura productiva (Arróliga y Zamora, 2020; Calderón, 2017).

 

El éxito del TRC depende, entre otros asuntos, de la voluntad de los diferentes actores locales en su capacidad para ordenar sus propios recursos y actividades (Varisco, 2014). Una forma de lograr este esfuerzo es el proceso de la asociatividad, comprendida como las formas de organización formal y/o informal que los individuos     y empresas están dispuestos a ejecutar para alcanzar las demandas económicas y sociales en el territorio (Alban et al., 2021); su estructura depende de las relaciones y vínculos de confianza y reciprocidad que conducen a la cooperación entre los involucrados (Szmulewicz et al., 2012). A su vez, se reconoce como un asunto de suma importancia en los contextos comunitarios, pues de los grados en que se articulen las relaciones intersectoriales se garantizará la eficiente gestión del territorio (de Dios, 2012).

 

En este estudio se analiza la asociatividad local como elemento favorecedor para el desarrollo del TRC, a partir del caso de las comunidades de Corozal y Sambo Creek, dos pueblos pertenecientes a la etnia garífuna ubicados en el municipio de La Ceiba, al norte de Honduras (Ramos et al., 2020). Este grupo de origen afrocaribeño, a lo largo de su historia en Honduras, ha enfrentado situaciones de lucha hacia la inclusión, la defensa de sus derechos humanos, la preservación de su cultura y el respeto a sus tierras con sentido comunitario y potencialidad turística, que en muchos casos han sido apropiadas ilegítimamente por inversionistas extranjeros y políticos del país (Agudelo, 2011).

 

Figura 1. Mapa político administrativo y distribución espacial de la población de La Ceiba

 

Fuente: Instituto Nacional de Conservación y Desarrollo Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre (ICF, 2015).

 

Aunque en la actualidad La Ceiba cuenta con una diversificación económica y productiva que le permite posicionarse como un municipio próspero, se reconoce una gran brecha de desigualdad socioeconómica entre la población urbana y la población rural. El municipio cuenta con un total de 16 aldeas y 105 caseríos, dentro de los cuales las comunidades de Sambo Creek y Corozal poseen la mayor representatividad de la cultura garífuna; tradicionalmente han sido localidades con baja cobertura de desarrollo y a pesar de contar con diversos recursos aptos para el turismo, no han logrado posicionarse como productos turísticos de relevancia nacional o internacional (MiAmbiente, 2019).

 

De acuerdo con los estudios realizados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, 2019), se identifican condicionantes que impiden alcanzar un significativo desarrollo local en estas comunidades. Por un lado, se reconoce que más del 50% de la población garífuna se encuentra desempleada, por lo que el acceso a la canasta básica alimentaria resulta ser un desafío constante, dando paso a un aumento gradual de miembros situados bajo la línea de pobreza extrema.

 

Además, existe un considerable grupo de esta población afectado por otros problemas como el bajo nivel educativo, la discriminación de raza, problemas de salud mental y contagios por VIH, situaciones que los colocan en mayor desventaja para poder lograr empleos que les aseguren los ingresos necesarios para mejorar su bienestar social.
Aún hoy, el pueblo garífuna dentro del municipio sigue enfrentado constantes luchas hacia la inclusión social. La problemática se agudiza producto de la gentrificación influenciada por extranjeros o empresarios nacionales, con el interés de adueñarse de las tierras comunitarias dentro de Corozal y Sambo Creek (Chávez, 2020). En el plano ambiental, se cuenta con la influencia del Parque Nacional “Nombre de Dios” y el Monumento Natural Marino Archipiélago Cayos Cochinos, generando ecosistemas ricos en recursos marinos, costeros, manglares y bosques tropicales; sin embargo, la zona presenta un severo deterioro, resultado de los altos niveles de contaminación y consumo irracional (ICF, 2015).

 

2. Antecedentes

Este apartado aborda el estado del arte sobre el cual se estructura el estudio: inicialmente se indaga en la teoría del TRC como alternativa para el desarrollo de los territorios locales. El segundo aspecto se concentra en abordar el concepto de la asociatividad y la vinculación de los actores locales en tal proceso, estableciendo las relaciones de reciprocidad que se pueden generar en la búsqueda de iniciativas de TRC y desarrollo. Ambos temas descritos se constituyen en las categorías de análisis que serán sujetas a interpretación en el apartado de resultados de investigación.

 

2.1. El TRC: su construcción conceptual y social

Las iniciativas de TRC en América Latina han tenido auge en las últimas tres décadas y responden a los procesos de organización colectiva que han vivido algunas comunidades, como producto de un mercado de viajeros demandante de experiencias únicas, distintas a la oferta tradicional y que contrasten con un turismo más equitativo y sostenible promotor de la economía local (Cañada, 2019; Palomino et al., 2016). Los procesos de transformación del medio rural vividos en la década de los noventa, fueron impulsados para frenar la crisis agraria, atender las necesidades de libre comercio y reducir los efectos de la degradación ambiental, esto trajo consigo el desarrollo de políticas como la implementación del TRC, una herramienta de lucha contra la pobreza y conservación de los recursos locales (Kieffer, 2019; Gómez et al., 2018).

 

El TRC como modalidad turística surge en espacios rurales con potencialidad para la producción agrícola, es un esfuerzo producto del campesinado y los movimientos comunales, sus asociaciones y la participación de cooperativas e instituciones públicas (Santamaría y Bayas, 2018). Desde sus inicios, ha sido una modalidad turística impulsada por pobladores locales, especialmente mujeres, que buscan el progreso económico a través del turismo como complemento a las actividades tradicionales; a su vez, es una actividad fuertemente delimitada por el compromiso ético hacia la preservación ambiental, el empoderamiento en la población y fortalecimiento de su cultura (Sánchez y Pachacama, 2023).

 

Para la región latinoamericana, el TRC ha representado una oportunidad económica, sobre todo en las comunidades campesinas, las cuales reflejan una reducción de la brecha que tradicionalmente las ha puesto en desventaja frente a las condiciones de las zonas urbanas (Gascón, 2011). Por lo tanto, esta modalidad coloca a la población residente como el actor clave,  al fortalecer sus vínculos socioculturales y contribuir a una distribución justa de los derechos y deberes en el marco de los intereses, la cultura, los valores y la cosmovisión; es decir, la vida comunitaria (García et al., 2022).

 

El TRC es una medida para contrarrestar los modelos tradicionales del desarrollo turístico que atentan contra los valores, tradiciones y estilos de vida de las comunidades rurales (Camacho et al., 2018); por lo cual, su sentido se asienta en una reconstrucción del concepto de comunidad hacia su reivindicación, por medio del rescate del patrimonio cultural y natural, gestionando por sí misma su modelo turístico con una oferta turística que sea compatible con la preservación de los recursos comunitarios para las futuras generaciones (Félix et al., 2022).

 

La conceptualización del TRC hace pensar en esta modalidad como actividades de bajo impacto ambiental, como son: el etnoturismo, talleres gastronómicos y artesanales, vivencias místicas, fotografía rural, aprendizaje de dialectos y agroturismo, llevadas a cabo directamente por la población local mediante la organización de estructuras colectivas (Secretaría de Turismo de México, SECTUR, 2004; Kieffer, 2018; Casas et al., 2012). Desde la perspectiva humana el TRC contribuye al empoderamiento de las comunidades reprimidas, ofreciéndoles una oportunidad para la mejorar su productividad por medio de actividades que permitan la estructuración territorial desde la visión económica, social y ambiental (Alcívar y Mendoza, 2020).

 

El TRC permite afianzar el sentido de identidad hacia la propia comunidad, para lo cual deberán desarrollarse las actividades donde el visitante pueda coexistir con las formas de vida de las comunidades nativas, sus rasgos y culturas (Sariego, 2012). Es una modalidad caracterizada por una perspectiva social y antropológica que explica el concepto de comunidad más allá de los límites geográficos y se enfoca hacia   la relación de coexistencia entre los habitantes con sus recursos locales, para lograr el interés de los visitantes (Mendoza, 2016).

 

Este tipo de turismo contrapone los modelos de masificación y se caracteriza por una menor necesidad de infraestructura, así como por la generación de servicios diferenciadores que permitan un estrecho vínculo con los elementos naturales y culturales. En este sentido, se trata de un modelo turístico gestionado a través de familias y pequeños emprendimientos respaldados en formas de asociatividad comunitaria, su razón de ser se traduce en el trabajo colectivo que ejercen los distintos miembros de la familia, sin dejar a un lado las tareas tradicionales que comprometen a cada uno de ellos (Flores et al., 2016).

 

La organización del TRC en las comunidades reprimidas económica y socialmente puede contribuir a la construcción y consolidación de iniciativas de fomento al desarrollo local (Raza y Acosta, 2022). Si bien es cierto que existen otros parámetros y aspectos indispensables para alcanzar el progreso en estas zonas rurales, esta segmentación turística se considera importante al guardar una estrecha relación con   el desarrollo sostenible, pues permite el fortalecimiento de la cultura, el rescate y conservación de los recursos naturales y el aumento de la riqueza económica que permite elevar el bienestar de las comunidades.

 

El modelo de gestión del TRC se fundamenta en la convicción y respeto por un plan de acción de confianza recíproca, con carácter participativo y generalmente asociado a las micro y pequeñas empresas organizadas desde las familias y comunidades, como una estrategia de política social y no tanto de política económica. Es una iniciativa de revitalización al mundo rural, basado en el aprovechamiento económico, social y medioambiental que contribuya a derrumbar las fronteras entre lo urbano y lo rural, lo tradicional y lo moderno, o la agricultura y la industria, con la capacidad de superar el sentido de residual o atrasado que tradicionalmente se le ha asignado a lo rural (Machaca, 2020).

 

2.2. La asociatividad local y la participación de actores clave

Alcanzar resultados favorables en las empresas asociadas al TRC resulta ser un desafío que está condicionado por las formas particulares de organización social, los procesos de integración sectorial y por las diversas relaciones internas y externas que resultan de una participación colectiva entre los miembros de una comunidad (Navarro et al., 2019). La interacción entre estos actores da paso a procesos de asociatividad local, comprendidos como mecanismos que coadyuvan a la resolución de los problemas comunes del territorio y fortalecen las experiencias de negociación en favor de la mayoría (Madera et al., 2023).

 

En muchos casos, el repensar en la organización local ha dado como resultado la implementación de políticas y estrategias que permitan una participación abierta de los actores del desarrollo, hacia acciones que impulsen la construcción, fortalecimiento y el aprovechamiento de los capitales propios del territorio, ya sea en el plano económico, ambiental o sociocultural (Narváez et al., 2008). Esa participación trasciende a través de la asociatividad local, comprendida como un proceso que permite a las entidades y organismos de una comunidad trabajar bajo esquemas de organización colectiva, para alcanzar fines comunes y lograr ganancias sociales (Mora, 2020).

 

Desde la visión progresista y social, la asociatividad local implica romper el desequilibrio entre lo urbano y lo rural, transformando las relaciones de tenencia, uso y explotación de los recursos locales, a través de procesos de cooperación que permitan la reivindicación de lo local. Lo anterior deja evidente la necesidad de que sea la misma población, por medio de sus actores, la que empodere su realidad y pueda transformar sus necesidades. En este asunto, se deberán afianzar encadenamientos productivos pensados a largo plazo, los cuales contribuyan a la asociatividad y al cooperativismo en las cadenas de valor y las relaciones comunitarias del sector turismo (Nieto y Castellanos, 2018).

 

La asociatividad local se define por las relaciones institucionales y empresariales dentro del territorio, cuyas variables sean capaces de fomentar el capital social, entendido este como la suma de normas y valores compartidos que estimulen la cooperación (Montero y Calderón, 2019). Se constituye como una alternativa socio-empresarial que permite desarrollar las capacidades de confianza y cohesión entre sus integrantes; asimismo, permite organizar los mercados económicos y fomentar las economías de escalas para los micro y pequeños productores rurales (Sanabria y Salgado, 2023; Vargas, 2023). Aunque este concepto está delimitado por las singularidades de cada territorio, existen ciertas características que pueden distinguir las experiencias de la nueva asociatividad, de acuerdo con los nuevos modelos de desarrollo local, mismas que se pueden evidenciar en la tabla 1.

 

Tabla 1. Caracterización de la asociatividad en los nuevos modelos de desarrollo local

Fuente: Elaboración propia con base en Montero y Calderón (2019).

 

En la búsqueda de acciones que se concreten en desarrollo para los territorios locales, es necesario contar con la densidad institucional, es decir un conjunto de dirigentes locales tanto del sector político, como económico y social, que trabajen y contribuyan a generar un cambio sustantivo en la visión comunitaria (Alarcón y Guerrero, 2022; Arias, 2021). A efecto de esto, el progreso de los territorios locales se enmarca en el papel que asumen sus actores, al tomar decisiones y favorecer las oportunidades para alcanzar mejores condiciones económicas, sociales y ambientales. En este sentido, los actores locales son comprendidos como aquellos individuos, grupos, formas de asociatividad o instituciones que ejercen una tarea o estatus dentro de la sociedad (Quispe et al., 2018; Capote, 2022).

 

En los procesos de asociatividad será crucial el rol que juegue cada uno de los actores locales, sean estas personas, grupos, instituciones, organizaciones que se desenvuelven dentro del territorio, que conformarán un entramado y complejo número de relaciones económicas, sociales, políticas, legales, ambientales y culturales que marcarán el devenir local (González, 2016).

 

Desde una perspectiva amplia, la asociatividad debe contemplar al menos a los actores integrados al sistema económico para generar riqueza y desarrollo económico: empresas, pequeños productores, sector informal de la economía, desempleados, entre otros; del mismo modo, a los que integran el sistema de acción político y administrativo en su papel de decisores de la gestión pública: el Estado en sus diferentes niveles, las agencias del estado, los grupos políticos, por mencionar algunos. Se deberá incluir a aquellos vinculados al sistema de acción socioterritorial, como las asociaciones de la sociedad civil, formales o informales de todo tipo y, finalmente, es necesaria la presencia de actores integrados a un sistema de acción por el conocimiento: (académico, gubernamental y técnico-privado (de Dios, 2012).

 

La asociatividad local representa para los territorios rurales una oportunidad en su objetivo de transformar su realidad, romper las barreras de exclusión y reducir las brechas que les afectan desde diversas perspectivas (Mejía, 2020). Uno de los propósitos de estas comunidades es lograr la integración de los sectores excluidos, a  fin de que estos puedan contribuir a las estrategias de desarrollo adaptadas por la sociedad, para generar bienestar social, progreso económico y conservación ambiental (Albán et al., 2021); en tal sentido, se deben generar los espacios institucionales adecuados para que todos los actores del quehacer social puedan integrarse de forma colaborativa, siempre bajo la idea de consenso y respeto por las aspiraciones de los demás.

 

3. Metodología

El desarrollo de este estudio se llevó a cabo desde la compresión social y la mirada de los sujetos de estudio, por lo cual hace uso del enfoque cualitativo de la investigación usando el método fenomenológico, adecuado para el análisis de la experiencia que se le muestra a la conciencia sobre un determinado fenómeno (Monje, 2011; Taylor y Bogdan, 2002; Fuster, 2019). Partiendo del uso de un grupo focal y un taller como técnicas de investigación, se analizaron las percepciones que poseen los actores clave del desarrollo en las comunidades garífunas del municipio de La Ceiba sobre el TRC, como una oportunidad para el fortalecimiento de la vida productiva local.

 

Considerando lo anterior, el fenómeno de estudio se centra en las limitadas condiciones socioeconómicas y ambientales de las comunidades garífunas del municipio, e indaga en los procesos de asociatividad a partir de los actores locales vinculados al sector del turismo. Para tener una mirada profunda y holística sobre el fenómeno, se consideró como la población a los actores clave que participan del desarrollo local en las comunidades garífunas, representados por autoridades, juntas vecinales, sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, empresarios locales y prestadores de servicios turísticos, que generan un valor al crecimiento sostenido de la actividad. Estos fueron seleccionados por un muestreo de casos (Hernández-Sampieri et al., 2014), con la generación de criterios de inclusión y exclusión asociados a perfiles sociodemográficos, culturales o simbólicos que posee el universo involucrado en el tema a investigar (Arias et al., 2016).

 

En este estudio se implementó como técnica de recolección de datos un grupo focal, para indagar en la categoría de análisis de TRC y sus cuatro dimensiones: 1) actividades del TRC, 2) servicios turísticos, 3) iniciativas de TRC, y 4) competitividad del producto (Hamui y Varela, 2013). Éste se aplicó a nueve (9) participantes: un representante de la corporación municipal, un miembro de junta de agua, un miembro de la fundación Monumento Natural Cayos Cochinos, un hotelero, un restaurantero, una mujer lideresa, dos presidentes de patronato, un profesor y miembro líder de la cultura garífuna.

 

Para la identificación de los procesos de asociatividad existentes en ambas comunidades, se realizó un taller investigativo de forma integradora y participativa (Sandoval, 2002), el cual se sustentó en una adaptación del taller “Mapa de actores del proyecto”, propuesto por la consultora C40 Cities Finance Facility (2017). Haciendo uso de esta técnica, se identificaron los actores bajo la denominación técnica de: actores clave, actores primarios, actores secundarios y jugadores veto, valorados por el grado de participación en baja y alta influencia; cada actor y sus relaciones fueron expresadas en un mapa de actores, basada en la siguiente simbología:

 

Tabla 2. Simbología empleada en el mapa de actores

Fuente: Elaboración propia con base en C40 Cities Finance Facility (2017).

 

Por otra parte, el análisis de datos se realizó considerando una visión sucesiva o progresista, de forma cíclica o circular sobre la información (Rodríguez et al., 2005). Tal como se ejemplifica en la figura 2, el plan de análisis se llevó a cabo con base en una propuesta sustentada en tres fases esenciales: reducción de datos, disposición de datos y obtención y verificación de conclusiones (Huberman y Miles, 1994).

 

Figura 2. Proceso general de análisis de datos

Fuente: Elaboración propia con base en Huberman y Miles (1994).

 

Una vez recopilada la información del grupo focal y el taller investigativo, se rea-  lizó la transcripción mediante el software Sonix; la aplicación de las categorías de análisis permitió agrupar los datos por cada subcategoría, de tal manera que se organizaran los testimonios y sus patrones de respuesta en el sistema Atlas.ti Mac (Versión 22.0.6.0). Finalmente, se generaron relaciones comparativas entre la teoría y los resultados, que sirvieran de soporte para la identificación de las conclusiones del estudio.

 

4. Resultados

4.1. Condiciones del TRC en las comunidades garífunas del municipio de La Ceiba

La práctica del TRC en las comunidades garífunas del municipio de La Ceiba es una alternativa para que los visitantes puedan experimentar encuentros con la cultura afrodescendiente del país (Ramos et al., 2020); del mismo modo, permite afianzarlos procesos de sensibilización para que puedan convertirse en personas activas y alcancen un aprendizaje propio de la convivencia con ellos.

 

Acorde con los resultados del grupo focal, se reconoce que las comunidades cuentan con diversas actividades y recursos apropiados para ser aprovechados desde el TRC. Se identifica una riqueza del patrimonio cultural, exteriorizada a partir de danzas, vestuarios, manifestaciones religiosas, lengua ancestral y gastronomía. Existen actividades como el etnoturismo, fotografía rural, aprendizaje de dialectos, vivencias místicas y otras (SECTUR, 2004), que en contraste al producto de sol y playa no han tenido relevancia notoria.

 

En la tabla 3 se exponen las actividades asociadas al TRC que representan una oportunidad dentro de estas comunidades, éstas han sido identificadas en el marco de un mapeo de recursos locales durante el desarrollo del grupo focal.

 

Tabla 3. Actividades asociadas al TRC en las comunidades de Corozal y Sambo Creek

Fuente: Elaboración propia con base en SECTUR (2004) y Randazzo et al. (2021).

 

De acuerdo con la tabla anterior, las comunidades garífunas en La Ceiba cuentan con recursos naturales y culturales para desarrollar actividades enmarcadas dentro del TRC; son un punto de convergencia entre el Parque Nacional “Nombre de Dios” y ruta obligada para acceso al Monumento Natural Marino Cayos Cochinos. Desde la visión cultural existe una amplia diversidad de conocimientos sobre la preparación de medicinas caseras, heredadas de generaciones ancestrales, así como una lengua nativa que puede convertirse en una experiencia de aprovechamiento (Ramos et al., 2020).

 

Sin embargo, las actividades turísticas con las que cuentan las comunidades se ven afectadas negativamente, a causa de la pérdida del valor ancestral producto de las culturas externas y neocolonización (Organización Mundial del Turismo, 1998). Los informantes mencionan que se está vulgarizando la cultura entre las nuevas generaciones; ejemplo de ello es la danza Punta que tradicionalmente se ha bailado entre hermanos, madres, primos, amigos, como un homenaje a la nueva vida después de la muerte de un difunto (Banguidi); ahora, la Punta es difundida por grupos musicales y artísticos, deformando su sentido ancestral (Barahona, 2013). En ese sentido, uno de los actores locales en el grupo focal expresó: “Debemos orientar      a nuestro pueblo, a estos jóvenes, que ese no es el baile de la punta que nosotros queremos vender…”

 

4.2. Iniciativas de fomento al TRC en Corozal y Sambo Creek

En la actualidad no existen iniciativas claras que se vinculen directamente con el desarrollo del TRC en Corozal y Sambo Creek; sí son notables algunos intentos de los grupos comunitarios por ordenar sus actividades turísticas, pero no han sido visualizadas desde la perspectiva comunitaria. Por medio del taller investigativo, se denotó la necesidad de generar procesos de sensibilización para alcanzar niveles de cohesión social que apuesten a la búsqueda de un capital social comunitario, que permita la generación de cadenas productivas o clústeres turísticos (Alarcón y Guerrero, 2022; Durston, 2000).

 

Se reconoce que las iniciativas para promover el TRC en las comunidades de Corozal y Sambo Creek deben ser organizadas de forma externa e interna a las comunidades (Quispe et al., 2018). Es necesario promover la vinculación entre los Patronatos Pro-Mejoramiento, las asociaciones familiares y/o organizaciones que propicien  una participación comunitaria (Mora, 2020); del mismo modo, crear vínculos de participación con instituciones como la academia y USAID, esta última siendo la institución externa que más apoyo brinda a proyectos de participación comunitaria en las comunidades garífunas (de Dios, 2012).

 

A continuación, se presenta la tabla 3, que describe los intentos que actualmente hacen los actores locales, como iniciativas para promover el TRC; asimismo, se introducen algunos desafíos en torno a las condiciones que imperan actualmente sobre estas comunidades.

 

Tabla 4. Iniciativas para el fomento del TRC en Corozal y Sambo Creek, La Ceiba.

Fuente: Elaboración propia.

 

4.3. La asociatividad local frente la organización del TRC en Corozal y Sambo Creek

En Sambo Creek y Corozal existe una relevante presencia de instituciones, organizaciones y grupos que cumplen un rol decisivo para el desarrollo, pero las experiencias de cooperación entre ellas son muy limitadas; esta debilidad debe ser contemplada como un tema de atención en la agenda común de ambas comunidades, al ser la asociatividad una respuesta a las necesidades territoriales (Mora, 2020). La representatividad de actores locales está liderada por los Patronatos Pro-Mejoramiento, que se constituyen como la forma de organización avalada democráticamente por los pobladores. A su vez, se cuenta con el trabajo de las juntas comunales de agua, quienes lideran la gestión del recurso, así como las acciones para la protección del ambiente.

 

La asociatividad en el sector turismo refleja una desarticulación entre los distintos empresarios, pues se cuestiona que estos se concentran exclusivamente en generar beneficios particulares y no en intereses colectivos; esta postura no contribuye a    la generación de capital social comunitario, clave para el éxito del TRC (Arosteguy, 2007; Vargas 2023). En su mayoría, las empresas existentes se relacionan al rubro de restaurantes, pero con capital de trabajo externo a la comunidad, mientras que desde la organización comunitaria se revela que no existen casos de emprendimiento.

 

El entramado de relaciones internas está compuesto por sectores como ambiente, salud, educación, pesca, cultura y desarrollo económico, todos estratégicamente claves para el desarrollo (González, 2016). Los actores externos involucrados en esta comunidad dirigen sus esfuerzos en acciones de financiamiento de proyectos, fortalecimiento de los derechos humanos, igualdad de género, gestión de políticas ambientales y educativas, administración de renta, acceso a salud digna, la seguridad ciudadana, entre otros temas (USAID, 2019). Actualmente, no existen redes de actores que trabajen de forma colaborativa y organizada, pero sí existe acercamiento directo entre instituciones de apoyo con los Patronatos.

 

Para comprender el funcionamiento de la asociatividad local, se siguió la pauta del taller participativo, este permitió identificar al conjunto de actores, que forman o deberían formar parte en el desarrollo comunitario (C40 Cities Finance Facility, 2017); con ello, se establecieron las relaciones estratégicas entre estos actores (González, 2016). Su rol fue valorado por el nivel de influencia sobre el territorio, teniendo como base la simbología expresada en la tabla 2, expuesta en la metodología.

 

El territorio local debe estar articulado por la participación de entidades públicas, privadas y la sociedad civil, para generar beneficios sobre el desarrollo económico, sociocultural y medioambiental (Mejía, 2020). En este sentido, en Corozal y Sambo Creek, existen al menos catorce (14) actores clave de baja y alta influencia generadores de iniciativas de desarrollo, tres de estos a su vez se categorizan como actores vetos. Se identificaron bajo esta línea a: Patronatos Pro-Mejoramiento de Sambo Creek  y Corozal, Corporación Municipal de La Ceiba, Policía  municipal,  pescadores,  juntas de agua, grupos de jóvenes líderes, grupos de danza, comité de festejos, empresarios hoteleros, grupos de emprendedores, taxistas y mototaxistas, tour operadores y lancheros y la Fundación Cayos Cochinos. Las líneas de trabajo de estos actores abarcan cambios en lo económico, político, socio-territorial y ambiental (de Dios, 2012).

 

Con respecto a los actores primarios, se identificaron dieciséis (16), la mayoría del sector público y cinco de ellos con las características de actor veto: ICF; Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente, SERNA; Servicio de Administración de Rentas, SAR; Instituto Hondureño de Turismo, IHT; Cuerpo de Bomberos, Fundación Parque Nacional Nombre de Dios, Servicio Nacional de Emprendimiento y Pequeños Negocios, SEMPRENDE; y el Instituto Nacional de Formación Profesional, INFOP.
El trabajo del sector no gubernamental ha sido coordinado a través de USAID, la Asociación Pro-Comunidades Turísticas de Honduras (LARECOTURH) y Visión Mundial, apoyando financiera y técnicamente a las comunidades. La fuerza civil se integra por pulperías y vendedores ambulantes, la Asociación Unión Corozaleña (ASUNCOR), Centros Educativos, la Biblioteca Comunitaria y grupos de jóvenes estudiantes.

 

Los actores secundarios representan un total de quince (15) participantes, integrados desde el quehacer público por tres actores veto: Marina Mercante, Dirección General de Pesca y Agricultura (DIGEPESCA), y Fuerza Naval de Honduras; además, se cuenta con la Unidad de Desarrollo Integral de la Mujer y la Familia (UDIMUF) y  el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH-CURLA) y la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM-CURCEI). Del sector privado se refleja la vinculación del Centro Universitario Tecnológico (CEUTEC), Cruz Roja Hondureña, Cruz Verde, GOAL Honduras, el Centro de Estudios Marinos y la Empresa Energía de Honduras. Los actores civiles y religiosos se representan por la Iglesia Católica y el Comité de Deportes.

 

Algunas relaciones de cooperación se generan entre los Patronatos e instituciones como SERNA, ICF, Corporación Municipal, la UPNFM; también reciben apoyo de USAID, Fundación Cayos Cochinos y ASUNCOR. Visión Mundial apoya los proyectos educativos a través de la relación con la Biblioteca Comunitaria y los Centros Educativos. Entre los sectores económicos (emprendimientos, hoteles, restaurantes, turoperadores, taxistas, etcétera), se reflejan bajos niveles de asociatividad, así como relaciones débiles o confusas; situación similar se produce con el IHT al ser nulo el apoyo hacia las comunidades.

 

En cuanto a relaciones de conflictos, se evidencian las confrontaciones entre: SERNA y las Juntas de Agua por asuntos ambientales; DIGEPESCA y los pescadores por las zonas geográficas y métodos empleados al pescar; el SAR ejerce presiones sobre los emprendedores locales para lograr la formalización de sus negocios; la Fundación Cayos Cochinos y los lancheros mantienen relaciones de confrontación, producto de malas prácticas en las operaciones de estos últimos. El análisis de las relaciones comunitarias está esquematizado por medio de la siguiente figura.

 

Figura 3. Mapa de actores locales y sus relaciones para el desarrollo local

Fuente: Elaboración propia con base en C40 Cities Finance Facility (2017).

 

5. Discusión de resultados

Tomando como referencia la propuesta sobre la caracterización de la asociatividad bajo los nuevos modelos de desarrollo de los territorios (Montero y Calderón, 2019), se visualiza en las comunidades garífunas del municipio de La Ceiba una fuerte ausencia del sentido asociativo. Las experiencias de liderazgo comunitario están vinculadas directamente al papel de los Patronatos Pro-Mejoramiento; sin embargo,  se carece de altos niveles de confianza entre los distintos actores, resultando en  una limitada participación en la construcción de una agenda común que sirva de fomento al TRC. Algunos de estos pueden llegar a incidir negativamente en el futuro colectivo, al ser protagonistas de relaciones difusas o de conflicto, su rol social ejerce la influencia suficiente para no dar paso a experiencias de capital social comunitario (Alarcón y Guerrero, 2022).

 

En referencia a los recursos propios para fomentar el TRC, Sambo Creek y Corozal cuentan con la presencia de diversas actividades de bajo impacto ambiental (SECTUR, 2004). Pero estas han sido desaprovechados como una oportunidad comunitaria (Arróliga y Zamora, 2020), es decir que en la actualidad el TRC no es visto como una fuente económica y/o oportunidad para proteger el patrimonio cultural presente en los pueblos garífunas (Alcívar y Mendoza, 2020). Esta modalidad turística, representa una alternativa para la reducción de algunas brechas sociales que afectan en el territorio, pero debe estar sujeta a un proceso planificación que asegure su eficiente gestión y que no genere situaciones de antagonismo como la monopolización por algunas familias, la injusta distribución de sus ganancias o la explotación del trabajo de mujeres y jóvenes (Sánchez y Pachacama, 2023).

 

6. Conclusiones

Los pueblos garífunas del municipio de La Ceiba tradicionalmente han vivido en condiciones de vulnerabilidad económica y exclusión social, repercutiendo de forma adversa en las condiciones generales de su desarrollo territorial. Dentro de este panorama, es evidente la ausencia de estrategias claras que orienten el papel de los actores locales frente a los procesos asociativos y de vinculación formal, que a su vez permitan atender los diferentes retos y desafíos comunitarios. La débil asociatividad local es un detonante para que factores como lo económico, lo social y lo ambiental sigan una tendencia que obstaculiza los esfuerzos por establecer oportunidades de desarrollo sostenible.

 

El TRC sigue siendo una idea fugaz que no logra concretarse, aun cuando estas localidades poseen diversos recursos enmarcados en la segmentación de turismo rural (SECTUR, 2004), es indispensable repensar la participación de los actores clave integrados a los sistemas productivos, para que desde su ámbito generen experiencias de capital social comunitario. Los resultados del estudio son un marco oportuno para que los actores clave puedan establecer criterios de planificación, que orienten el diseño de un TRC que atienda significativamente los intereses económicos de la comunidad, pero que en sus intentos no generen impactos negativos sobre lo social y medioambiental.

 

Desde el campo académico, los resultados de este trabajo esencialmente contribuyen a fortalecer el estudio de la cosmovisión de los pueblos garífunas, sus intereses, modos de vida, valores y aspiraciones sociales. Por otro lado, el TRC es un tema   que resulta novedoso en Honduras, pocas investigaciones se han hecho al respecto, aunque los hallazgos permiten entender la importancia de la asociatividad para alcanzar experiencias comunitarias como esta modalidad turística; será necesario seguir indagando en temas como el desarrollo local, el capital social comunitario     o las experiencias turísticas que los pueblos garífunas requieren para mejorar su situación.

 

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