LOS VALORES ECOCÉNTRICOS EN ESTUDIANTES DE TURISMO EN LA BAHÍA DE BANDERAS

 

Resumen

El turismo contribuye a la crisis del medio ambiente, por lo que los valores ambientales en los estudiantes de dicha disciplina son importantes para disminuir el problema. Este trabajo evalúa los valores ambientales en una muestra de 152 estudiantes de universidades ubicadas en la Bahía de Banderas, México, con la escala del Nuevo Paradigma Ecológico (NPE). El valor promedio fue de 3.77, que muestra una visión ecocéntrica y cuya mejora no es significativa en los niveles superiores, lo que implica una pobre contribución de estos programas en la formación de valores ambientales.

 

Palabras clave: valores, paradigma, ecocéntrico, antropocéntrico, sustentable.

 

ECOCENTRIC VALUES IN TOURISM STUDENTS IN BANDERAS BAY

Abstract

Tourism contributes to the environmental crisis, so the environmental values in the students of this discipline are important to reduce the problem. This work evaluates the environmental values in a sample of 152 university students in the Bay of Banderas, Mexico, with the scale of the New Ecological Paradigm (NPE). The average value was 3.77, which shows an ecocentric vision and whose improvement is not significant at higher levels, which implies a poor contribution of these programs in the formation of environmental values.

 

Keywords: values, paradigm, ecocentric, anthropocentric, sustainable.

 

1. Introducción

El turismo se reconoce como un sector creciente en todo el mundo, convirtiéndose en uno de los principales actores del comercio internacional. La Organización Mundial del Turismo considera esta expansión como beneficiosa, sobre todo en términos económicos como el empleo, pero también para algunos sectores relacionados como la construcción o las telecomunicaciones (OMT, s.f.).

 

Durante un tiempo, los impactos positivos del turismo enmascararon los negativos, sobre todo los severos (Wang et al., 2023); sin embargo, a medida que los desastres ambientales se acumularon en el siglo pasado y se reconoció el origen antropogénico de muchos de ellos, algunos estudios con una visión más amplia señalaron los impactos socioambientales y culturales de esta actividad (Mathieson y Wall, 1990).

 

Pese a lo anterior, también se reconoce que el turismo puede contribuir con buenas prácticas a la protección, conservación y restauración de los ecosistemas que aprovecha, así como colaborar en la adecuada gestión y manejo de los recursos, aunque tal vez una de las más importantes contribuciones que puede hacer, sea la sensibilización medioambiental (Ramos y Fernández, 2013). Al interactuar estrechamente con la naturaleza, el turismo puede incrementar el aprecio de las personas y hacer más consciente a los turistas sobre los problemas ambientales, lo que llevaría a un comportamiento más compatible con la sustentabilidad, donde el eje medioambiental es el tema principal del turismo y la hostelería contemporáneos (Han, 2021).

 

Por otra parte, la conciencia ambiental como concepto abstracto y difícil de definir, es el resultado de vivencias, experiencias y conocimientos que un individuo utiliza en su relación con el medio ambiente; además, implica procesos asociados a las acciones orientadas a reducir el impacto ambiental de la actividad humana (Gomera et al., 2013).

 

El comportamiento de la gente es la raíz de los problemas ambientales, según Steg y Vlek (2009), y la literatura sugiere que la preocupación ambiental debe ser promovida en los turistas para asegurar que exhiban comportamientos proambientales de plazo variable (Ahmad et al., 2021). Sin embargo, el turista no es el único que participa en esta tarea, el sector turístico en su totalidad debe desempeñar un papel fundamental, tanto en la oferta como en la demanda de productos y servicios que se diseñan y suministran de manera sostenible. Esto implica que los que practican esta área profesionalmente, es decir, los universitarios que han cursado una licenciatura relacionada con el turismo, tengan también una responsabilidad promoviendo valores ambientales en el sector y actitudes responsables con el ambiente.

 

Por otra parte, la formación de valores ambientales en la educación superior es multifactorial y constituye una preocupación académica a nivel mundial, entendiéndolos como el conjunto de creencias, ideales o convicciones relacionadas con conocimientos que determinan la forma de actuar (Paccha Soto y Castro Paccha, 2019). De aquí puede derivarse la siguiente pregunta: ¿se están fomentando valores ambientales que permitan a los estudiantes de licenciatura en turismo actuar con responsabilidad en el mejoramiento del ambiente cuando ejerzan su profesión? Se asume que de cumplirse esta premisa se estaría contribuyendo al desarrollo sostenible del sector.

 

El objetivo de este trabajo es evaluar los valores antropocéntricos/ecocéntricos que constituyen la conciencia ambiental y que median la relación sociedad-naturaleza, en estudiantes de licenciatura en turismo de diferentes grados escolares en la región de la Bahía de Banderas, donde confluyen dos marcas turísticas: Puerto Vallarta y Riviera Nayarit.

 

La aportación principal de este trabajo es que constituye una primera exploración de valores ambientales en estudiantes, como base para el desarrollo de conductas proambientales que son vitales para el turismo sustentable. Si bien la cantidad/calidad de conocimientos ambientales adquiridos está relacionada con el desarrollo de comportamientos proambientales, el detonador es multifactorial.

 

Los programas educativos en general incluyen la dimensión ambiental de manera formal e informal, lo que implica que los valores se construyen de forma planificada durante todo el programa y dependen de los elementos incluidos en la construcción del plan curricular, como marcos teóricos y contextuales, perfiles y organización curricular (Cóndor Salvatierra, 2018). En este sentido, se propone la hipótesis de que existen diferencias significativas entre los valores antropocéntricos/ecocéntricos que constituyen la conciencia ambiental de estudiantes de semestres iniciales y finales de licenciaturas en turismo, en diferentes universidades de la región de la Bahía de Banderas.

 

2. Antecedentes

2.1. Conocimientos y conductas proambientales

En las últimas décadas, los jóvenes han enfrentado importantes cambios en el sistema climático y ambiente en general (National Aeronautics and Space Administration, NASA, 2023) por lo que la articulación de esfuerzos es clave para enfrentarlos, donde la “no priorización, falta de presupuesto, y la desinformación entre otros, se convierten en obstáculos para lograr los compromisos ambientales” (Revuelta-Vaquero, 2019, p. 110).

 

Ante este desastre medioambiental, implementar la educación ambiental en los jóvenes se considera una estrategia vital para integrar las creencias en la materia, los valores y principios éticos necesarios, con el fin de fortalecer la responsabilidad hacia la naturaleza en sus profesiones (Flórez-Yepes, 2015) y las relaciones sociales, para contribuir a un futuro sustentable (Puyol Cortez et al., 2015), donde el turismo afín es aquel que contribuye al desarrollo igualmente sustentable.

 

Kollmuss y Agyeman (2002) señalaron que, desde el campo de la psicología social, la ciencia busca las raíces de la degradación ambiental de origen antropogénico y explorado las causas directas e indirectas que llevan a la acción; esto es, el por qué la gente actúa y cuáles son los obstáculos para desarrollar una actitud o comportamiento proambiental, que dichos autores definieron como “el que busca conscientemente minimizar los impactos negativos derivados de sus acciones” (Kollmuss y Agyeman, 2002, p. 240).

 

En el intento de promover estos comportamientos, las universidades empezaron a implementar de forma urgente en sus currículos educativos la dimensión ambiental, para ayudar a resolver los problemas ambientales crecientes. La estrategia más común para lograrlo consiste en integrar asignaturas de corte ambiental, especialmente en Latinoamérica (Álvarez Tolentino y Sánchez Chupitasi, 2020), lo que correspondería a una lógica lineal donde a mayor conocimiento, más conductas proambientales se pueden desarrollar.

 

Según Ramírez-Vázquez y Pensado-Fernández (2015, p. 115), en el nivel superior “la educación ambiental representa más que una fuente de información, involucra el rescate de valores y el desarrollo de actitudes proambientales que se reflejen en el entorno”. Estos mismos autores estudiaron 98 programas educativos del área social y económica en universidades mexicanas y encontraron que el 57.14% incluía en su plan de estudios al menos una materia de temática ambiental, donde las licenciaturas relacionadas con el turismo contenían hasta 14 materias relacionadas (más que la mayoría de las otras estudiadas); sin embargo, la mayoría eran de carácter optativo.

 

En la búsqueda de explicaciones para la discrepancia entre actitudes ambientales y comportamientos proambientales, el trabajo de Kollmuss y Agyeman (2002) es un referente importante. Ellos señalan que Rajecki, en 1982, explicó algunas causas como: a) las experiencias directas tienen mayor influencia para provocar actitudes y comportamientos proambientales que las indirectas, b) las influencias normativas determinadas socioculturalmente afectan las actitudes y amplían la brecha con el comportamiento proambiental, y c) existe una discrepancia temporal entre actitudes y la acción, las actitudes cambian con el tiempo.

 

La pregunta original planteada por Kollmuss y Agyeman (2002) sobre la brecha entre la posesión de conocimientos y el comportamiento favorable al medio ambiente, todavía es vigente (Siegel et al., 2018). Así, los valores que median esta relación pueden influenciar los comportamientos proambientales de manera directa o indirecta, que también se relacionan con los conocimientos (Pato y Tamayo, 2006).

 

Por otra parte, Gomera et al. (2013) explicaron que la conciencia ambiental conecta diferentes constructos psicológicos como los conocimientos, las normas, la información, las creencias, los valores, y las actitudes, entre otros. Estos detonan conductas que posibilitan una adecuada convivencia con el entorno, pero son especialmente interesantes las creencias y el grado de adhesión a tales conductas cuando son favorables al ambiente, ya que las creencias configuran verdades, visiones que le dan sentido a nuestro mundo (Murray, 2011).

 

En resumen, la conciencia ambiental incluye las dimensiones: afectiva, disposicional, cognitiva y activa, donde los valores son antecedentes del comportamiento ecológico, objetivos abstractos y dinámicos, que motivan y orientan la selección de comportamientos, con una relación estrecha entre los valores, conocimientos y las actitudes (Cortés, 2011). Estos valores, en la escala del Nuevo Paradigma Ecológico (NPE) se agrupan en antropocéntricos y ecocéntricos; además, se incluyen creencias sobre los límites del crecimiento, el desarrollo sostenible, el equilibrio natural y la visión antropocéntrica del medio ambiente (Dunlap y Van Liere, 1978) (figura 1).

 

Figura 1. Dimensiones de la conciencia ambiental

Fuente: Modificado de Cortés-Peña (2011).

 

2.2. El NPE como instrumento para develar valores ambientales

Existen dos visiones básicas del mundo: por un lado, el paradigma social dominante, que establece en general que la ciencia y tecnología, eventualmente, pueden ayudar a resolver la problemática ambiental (antropocentrista); por otro, el llamado NPE, que propone un cambio radical, consciente del deterioro ambiental derivado de acciones humanas, un nuevo sistema social de corte ecocéntrico (Gomera et al., 2013).

 

Un instrumento desarrollado por Dunlap y Van Liere (1978), bajo el NPE, propone una escala para analizar un sistema de valores sobre la relación humano-naturaleza/ planeta. Esta escala, ampliamente utilizada y mejorada por diversos autores (Dunlap et al., 2000) y su estimación, confronta los dos paradigmas: antropocentrismo y ecocentrismo. Este paradigma presupone interdependencia entre la naturaleza y la prosperidad humana, estableciendo limitaciones a la actividad y el crecimiento humanos; sin embargo, las personas pueden no estar preocupadas por el deterioro del ambiente y no se identifican como parte de la naturaleza, aunado a la creencia común del dominio humano sobre ella (Mosanya y Kwiatkowska, 2023), lo cual se contrapone a las tareas de conservación de ecosistemas.

 

Asimismo, se ha comprobado que la población con estudios superiores demuestra un mayor nivel de actitudes proambientalistas que la población que careció de estudios (González y Amérigo, 1998), mientras que los resultados de Berenguer y Corraliza (2000) permitieron establecer que la evaluación de la preocupación por el ambiente en general frecuentemente arroja niveles elevados; no obstante, consideran que no es suficiente para predecir valores o comportamientos ecológicos.

 

Un estudio demostró el enfoque ecosistémico de un centro de estudios de nivel superior, que influyó en los valores NPE de estudiantes peruanos (3.9±0.72) y concluyó que existe un apego al paradigma ecocéntrico (Álvarez Tolentino y Sánchez Chupitasi, 2020). En otra investigación, Moreno et al. (2022) reportaron que en cuanto a las creencias ambientales no existen diferencias entre los adultos tempranos, medios y tardíos, tampoco según el género, y concluyeron una homogeneidad del sistema de creencias proambientales durante toda la vida adulta.

 

Ogunbode (2013) utilizó la escala NPE para examinar las actitudes medioambientales de estudiantes universitarios en Nigeria. Los estudiantes nigerianos mostraron un menor apoyo a las ideologías proecológicas incluidas en la NPE, con un puntaje promedio de 2.98; sin embargo, mostraron apego a la creencia de la fragilidad del balance de la naturaleza y la ecocrisis.

 

Otro estudio que utilizó la escala de NPE reveló una respuesta proecológica general entre los estudiantes universitarios de medicina e identificó áreas específicas en las que la educación medioambiental podría desempeñar un papel. Se encontró un valor ecocéntrico de 3.45; aunque las mujeres obtuvieron un puntaje promedio más alto, no fue significativo estadísticamente (Rajaratnam et al., 2016).

 

Platje et al. (2022) relacionaron conceptos que según los autores influyen en la capacidad de crear una política de desarrollo sostenible y redefinir sus objetivos: el NPE y el nivel de Estupidez Funcional (EF), en un grupo de estudiantes polacos de programas educativos de negocios y economía. La EF se refiere a la voluntad de utilizar y aplicar los conocimientos, siendo capaz de ir más allá de los objetivos miopes a corto plazo. Los resultados muestran que las visiones del mundo de los estudiantes son muy similares y no dependen de características específicas como el género o el empleo, entre otros. Señalaron que la intervención docente no modifica las opiniones específicas. Adicionalmente, la creencia en un crecimiento ilimitado puede llevar a los alumnos a considerar que la intervención humana puede evitar distintos tipos de efectos secundarios adversos. La adhesión al NPE es neutra o positiva (ecocéntrica) en todos los casos.

 

Finalmente, Costache y Sencovici (2019) analizaron la influencia de las variables edad y género en valores ecocéntricos a través de la escala NPE, donde los resultados pusieron de manifiesto la existencia de una correlación positiva, estadísticamente significativa, entre la edad y apego al NPE.

 

2.3. La educación superior en turismo en la Bahía de Banderas

Debido a que en la región confluyen dos marcas turísticas, Riviera Nayarit y Puerto Vallarta, la necesidad de formar recursos humanos de nivel superior creció en los últimos años. A la par, el crecimiento en el número de visitantes y de infraestructura relacionada contribuyen a agudizar los problemas locales ambientales, como la disminución del hábitat de especies en alguna categoría de protección o escasez de recursos hídricos.

 

La educación superior orientada al turismo en la región inició a principios de los noventa. Cornejo Ortega (2017) reportó la existencia de seis universidades en el municipio de Puerto Vallarta (Jalisco) y dos en el de Bahía de Banderas (Nayarit) que ofertan en la zona una licenciatura en turismo o afín, donde dos de ellas cuentan con acreditaciones (Comités interinstitucionales de educación superior y Consejo para la acreditación de la educación superior A.C.). Sus perfiles de egreso se centran en competencias específicas, operativas, habilidades para el trabajo; la mitad mencionan al desarrollo sustentable y no refieren explícitamente el desarrollo de valores proambientales. Las asignaturas que se cursan, en general, incluyen una amplia gama de temas ambientales como las denominadas: patrimonio natural y cultural, ecoturismo, turismo sustentable, flora y fauna, ecología, desarrollo sustentable, manejo de recursos naturales e impacto ambiental, marco legal del turismo y protección al medio ambiente, prácticas verdes aplicadas al turismo y gestión ambiental, entre otras.

 

3. Métodos

El estudio fue de carácter transversal y descriptivo orientado a estudiantes de nivel superior en turismo. La información se recolectó en cuatro centros educativos que imparten el nivel superior en la región, a través de un cuestionario (escala NPE) aplicado a estudiantes de licenciatura en turismo que aceptaron responder, de forma presencial, entre febrero y abril del 2022. Para la elección de los participantes se utilizó el muestreo aleatorio simple (Cochran, 1977), resultando una muestra de 152 estudiantes para la encuesta con una confianza de 90% y un error estadístico de ± 6%, donde:

La técnica de muestreo fue con distribución proporcional por tamaño de las unidades primarias (universidades), y con regla de Kish (1975) las unidades secundarias (estudiantes). La distribución de cuestionarios se hizo proporcional a la población escolar identificada en los centros escolares en el 2021; no obstante, no se obtuvo respuesta por parte de dos universidades, por lo que se completó la muestra con participantes de dos instituciones que contribuyeron con mayor amplitud, de acuerdo con la tabla 1.

 

Tabla 1. Participantes por universidad de acuerdo con la matrícula

Fuente: Elaboración propia.

 

Se empleó la escala NPE creada por Dunlap et al. (2000) revisada y utilizada en diversos contextos en el mundo (Dunlap, 2008), la cual incluye un set de 15 declaraciones que expresan cierta forma de relación con la naturaleza en el espectro de una escala antropocéntrica-ecocéntrica (Milfont y Duckitt, 2010).

 

Cada aseveración se respondió numéricamente con una escala del 1-5, donde 1 fue “en desacuerdo total” y la 5 “totalmente de acuerdo”. Estar de acuerdo con las declaraciones impares representa valores ecocéntricos y con las pares manifiesta una visión antropocéntrica, mismas que se intercalan. Los valores obtenidos de las declaraciones pares fueron invertidos al final, para sumarlos a los valores resultantes de las impares (declaraciones ecocéntricas), donde 3 es neutro y un valor mayor a 3 es ecocéntrico; así, a mayor puntaje (1-5) mayor perfil ecocéntrico, de acuerdo con Malcolm et al. (2021).

 

Los resultados se analizaron con estadística descriptiva y se relacionaron con sexo y el grado cursado (principiantes/avanzados), con el fin de establecer si estos valores se incrementan comparando los de primero y segundo años con los de tercero y cuarto años. Se realizó la prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnov para muestras > 50 casos (principiantes 103 casos) y Shapiro-Wilk para muestras < a 50 casos (avanzados 40 casos) para comprobar la normalidad de los datos, esto con el objetivo de validar la aplicación de la prueba de estadística no paramétrica U de Mann-Whitney y así comparar dos medias muestrales que provienen de la misma población. Se eligieron dos reactivos antropocéntricos (4 y 10) y se realizaron tablas de contingencia por grupos (semestres iniciales y finales). También se reportan resultados descriptivos: NPE promedio, comparativo por sexo y universidad. Los análisis estadísticos se realizaron con el programa SPSS Statistics 25.0. Por último, una pregunta abierta cuestionó cómo la licenciatura en turismo puede contribuir a disminuir la problemática ambiental derivada de la actividad turística, las respuestas fueron agrupadas de acuerdo con su contenido principal.

 

4. Resultados

El promedio general resultante de los 15 reactivos fue de 3.7707, lo que implica un valor ecocéntrico, donde las mujeres obtuvieron un valor por encima de la media (tabla 2).

 

Tabla 2. Comparación de valores promedio NPE por sexo

Fuente: Elaboración propia.

Las universidades con mayor puntaje corresponden al municipio de Bahía de Banderas en el estado de Nayarit (U2 y U4), por encima del valor promedio general (figura 2).

 

Figura 2. Valores NPE obtenidos por institución

Fuente: Elaboración propia.

En las pruebas de normalidad para todas las variables del estudio, es el valor de p = 0.000< 0.05, por lo que se llegó a la conclusión de usar la prueba estadística no paramétrica U de Mann-Whitney (tabla 3).

 

Tabla 3. Prueba de normalidad de los valores NPE

a. Lilliefors Significance Correction

Fuente: Elaboración propia.

 

La segmentación de los estudiantes de acuerdo con el nivel de estudios arrojó un valor NPE promedio más alto (ecocéntrico) para los alumnos avanzados y desviaciones estándar (DS) bajas (tabla 4).

 

Tabla 4. Valores NPE por nivel de estudios

Fuente: Elaboración propia.

En el análisis de comparación de medias mediante la prueba U de Mann-Whitney para los reactivos incluidos en la escala NPE, se encontró que p > α en todos los casos, por lo que la diferencia entre las medias no es estadísticamente significativa e implica que no hay diferencia entre niveles principiantes y niveles avanzados (tabla 5).

 

Tabla 5. Comparación de puntaje medio de NPE por ítem y estudiantes principiantes y avanzados, valores de p

Fuente: Elaboración propia.

 

Aun cuando no existen diferencias significativas, en lo referente a la aseveración de que el ingenio humano evitará que arruinemos el planeta, el 29.30% de los encuestados en semestres iniciales está de acuerdo o totalmente de acuerdo (implica control y centralidad humana); en contraste, sólo el 16.70% de los entrevistados en semestres finales está de acuerdo o totalmente de acuerdo, en este sentido se puede asumir que existe un viraje significativo a valores más ecocéntricos iniciales (tabla 6).

Tabla 6. Comparativo porcentual entre estudiantes de primeros años y últimos Reactivo 4

Fuente: Elaboración propia.

 

En este mismo sentido, el 48.10% de los encuestados en semestres iniciales está de acuerdo o totalmente de acuerdo con la aseveración de que la llamada “crisis ambiental” que enfrenta la humanidad se ha exagerado, mientras que el 65.90% de los encuestados en semestres avanzados está de acuerdo (tabla 7). Esto significa una disminución en niveles superiores del apego al NPE y disminución del ecocentrismo.

 

Tabla 7. Comparativo porcentual entre estudiantes de primeros años y últimos Reactivo 10

Fuente: Elaboración propia.

 

También se observa una diferencia en la opinión respecto a que la Tierra tiene espacio y recursos muy limitados, el 68.80% de los entrevistados de los primeros semestres está de acuerdo o totalmente de acuerdo, mientras que lo mismo opina solamente el 53.60% de los entrevistados de los semestres finales (tabla 8). Esto implica un viraje en los niveles superiores a posturas más antropocéntricas.

 

Tabla 8. Comparativo porcentual entre estudiantes de primeros años y últimos Reactivo 11

Fuente: Elaboración propia.

 

Por otra parte, los alumnos explicaron también que la forma en que la licenciatura en turismo puede incidir en la disminución de los impactos negativos ambientales es concientizando a los turistas, pero también tienen mucho qué hacer con respecto al desarrollo sustentable (DS) y acciones directas relacionadas con el mejoramiento del ambiente, tales como actividades de restauración de ecosistemas, consumo responsable y disminución de la huella de carbono (figura 3).

 

Figura 3. Respuestas a ¿cómo tu profesión puede ayudar a disminuir los impactos negativos en el ambiente?

Fuente: Elaboración propia.

 

5. Discusión

La mayoría de los estudios realizados con la escala NPE en estudiantes universitarios refleja valores con orientación ecocéntrica, lo que coincide con este estudio y con lo que Berenguer y Corraliza (2000), Platje et al. (2022) y Rajaratnam et al. (2016) establecieron acerca de que la medición de la preocupación por el ambiente, en general, arroja niveles elevados (ecocéntricos), por lo que no es suficiente para predecir comportamientos ecológicos.

 

Los estudios previos realizados en estudiantes universitarios que incluyeron la escala NPE, obtuvieron resultados diversos; sin embargo, compararlos puede no ser adecuado por la metodología que utilizaron para determinar el puntaje final, por lo que Malcolm et al. (2021) recomiendan cautela en la comparación con otros trabajos.
Los puntajes estimados pueden servir de referencia para objetivos de mejora a mediano y largo plazo mediante intervenciones curriculares. Por ejemplo, en estudiantes peruanos universitarios de sociología se obtuvieron valores ecocéntricos (Álvarez Tolentino y Sánchez Chupitasi, 2020), lo que coincide con los resultados de este estudio, considerando que el enfoque y estrategias que implementa su universidad había reforzado la conciencia ambiental de sus alumnos.

 

Pocos estudios obtuvieron resultados generales diferentes; por ejemplo, Ogunbode (2013) encontró en estudiantes universitarios nigerianos puntajes promedio que denotan poco apego al NPE (valores antropocétricos), aunque mostraron valores promedio altos con respecto a la fragilidad del balance de la naturaleza y la ecocrisis.

 

Moreno et al. (2022) reportaron una homogeneidad del sistema de creencias proambientales en la vida adulta, lo que podría explicar el cambio no significativo de valores NPE en estudiantes de niveles superiores. Aunque en estudiantes de turismo se obtuvieron valores ligeramente mayores para las mujeres, coinciden con lo establecido por Moreno et al. (2022).

 

Las actitudes son la valoración que hace cada individuo como algo favorable, es la percepción, la postura, la forma de interpretar la realidad, por esto las actitudes se consideran modificables y, además, influyen significativa y directamente en su conducta ambiental (Cortés et al., 2017), por lo que los estudios y acciones, deberían enfocarse en las actitudes más que en valores o conocimientos.

 

Mosanya y Kwiatkowska (2023) concluyeron que los jóvenes con características multiculturales serán los futuros líderes, con roles esenciales en el desarrollo sustentable, por lo que es crucial profundizar en el conocimiento de cómo estimular en ellos visiones ecocéntricas del mundo y posibilitar cambios positivos.

 

6. Conclusiones

El promedio en general de alumnos de las licenciaturas en turismo ubicadas en la región de la Bahía de Banderas, explica una visión estudiantil del mundo de tipo ecocéntrica, donde las mujeres en general y estudiantes de las instituciones del municipio nayarita de Bahía de Banderas, presentaron mayor puntaje.

 

La comparación de los niveles altos y bajos muestra, aparentemente, que conforme se va avanzando en nivel escolar tiende a aumentar su pensamiento ecocéntrico, sumándole a esto que el grupo de mayor edad demostró un ligero incremento a la inclinación ecocentrista. Sin embargo, la hipótesis establecida sobre la existencia de diferencias significativas en cuanto a valores antropocéntricos/ecocéntricos que constituyen la conciencia ambiental, entre los estudiantes de semestres iniciales y finales de las licenciaturas en turismo en la región de la Bahía de Banderas, se rechaza, ya que de acuerdo con el análisis estadístico el valor fue p > 0.05, por lo que no hay diferencias significativas entre los grupos iniciales y finales.

 

Derivado de esto, pueden establecerse dos vertientes: por una parte, que la educación superior en turismo en la Bahía de Banderas contribuye poco en la visión ecocéntrica de los futuros profesionistas y, por otro, que el apego a este paradigma se construye de forma anterior; por supuesto, esto tendría que ser estudiado en otras investigaciones.

 

En lo general, la tendencia ecocéntrica de los estudiantes permite suponer que el apego a este paradigma producirá conductas proambientales, si se acompaña de las actitudes y conocimientos necesarios. Si la formación de valores ambientales en el nivel superior es poco significativa, entonces debería buscarse influir más en las actitudes para promover comportamientos proambientales.

 

Algunas recomendaciones son: reforzar el currículo universitario, abandonando la lógica lineal de incluir“materias de corte ambiental” o contenidos desarticulados, así como la Integración de grupos colegiados para generar proyectos integradores de conocimientos, valores y actitudes ambientales como base para detonar comportamientos proambientales en su profesión. También se recomienda el monitoreo en mediano y largo plazo de indicadores NPE y valoración de otros instrumentos que permitan promover comportamientos proambientales más allá de los conocimientos, con base en metas.

 

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